OPINION

Tres errores que cometieron las televisiones en la última Nochevieja

CAMPANADAS 2013-14 TVE
CAMPANADAS 2013-14 TVE

Este miércoles analizábamos cómo había sido la Nochevieja en cada cadena, pero hoy debemos destacar tres errores televisivos que deben zanjar nuestras televisiones en la última velada del año.

Uno. El espectáculo que olvidó el espectáculo. 

Una gala de Nochevieja televisiva debe transmitir una fiesta real. No sólo ser un insípido desfile de cantantes de promoción. Valerio Lazarov, Fernando Navarrete con Concha Velasco o José Luis Moreno en sus años en TVE, sabían que un buen programa especial del 31 de diciembre debía parecerse lo máximo posible al cotillón más grande del país. Es decir, donde no falta el confeti, el ruido y un mogollón de personas pululando por el escenario, viviendo el show como si fuera el último. En cambio, en 2013, las cadenas programaron especiales que podrían emitirse como recambio de ¡Qué tiempo tan feliz!: pero con menos gracia. Se echó de menos el instinto del espectáculo que no deja indiferente.

Dos. La solemnidad repetida.

La retransmisiones de las campanadas se han convertido en monótonas. Parecen realizadas en una fábrica en serie: siempre los mismos discursos y los mismos tópicos. Sólo se salieron del guion, por suerte, los actores de Aída en Mediaset (lograron un buen 2.476.000 y 18,3% de cuota). Pero TVE, la cadena más seguida, volvió a perder espectadores ( 5.261.000 fieles y 37,9% de share, mientras que el año pasado superó los 6 millones con un 46.5 por ciento de share). De nuevo, por tanto, la cadena pública baja en las Uvas. Normal, pues la conexión fue sosa y previsible. Lejos quedan ya aquellas delirantes explicaciones de cómo funciona el reloj de la Puerta del Sol de Martes y Trece o la química de Ramón García a la hora de tomar el pulso a este minuto de oro televisivo. Televisión Española debe romper ese encorsetameniento institucionalista y solemne al que ha sometido a las campanadas. Debe innovar: a través de multipantallas, redes sociales, nuevas formas de mostrar el reloj de sol, más interacción con el público en la plaza y mayor dinamismo espontáneo de los presentadores.

Tres. Mero trámite.

El cambio de año es una acontecimiento por si mismo. Sin embargo, las cadenas deben impulsar esa sensación de evento imprescindible. Las campanadas se han convertido en un mero trámite. Sin embargo, se puede recuperar, a nivel televisivo, esa sensación de nerviosa emisión en la que todo puede suceder, donde ahora, ademas, existe la posibilidad de que el espectador sea más partícipe que nunca a través de las aplicaciones móviles. Ha llegado la hora de revolucionar el flirteo de la televisión con el cambio de año. Ha llegado la hora de recuperar la ilusión genuina en las teleNocheviejas.

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