OPINION

'Bienvenidos al Lolita' llega triunfando en audiencia y decepcionando a la crítica

LOLITA-CABARET
LOLITA-CABARET

Una buena serie debe contar con un buen envoltorio. La ficción española ya ha vivido en hospitales, tabernas, Internados, barcos, karaokes, institutos, academias de baile... Y nos faltaba el Cabaret, que abrió anoche en Antena 3. Lo hizo con Bienvenidos al Lolita, que cosechó en su estreno éxito de audiencias (18.4 por ciento de share y 3.5 millones), en un día de baja competencia televisiva.

Ahora la pregunta es: ¿aguantará el buen dato de público o se desmoronará la semana que viene? Bienvenidos al Lolita llega de la mano de la gran factoría de series de nuestro país, la productora Globomedia, e intenta mostrar la confrontación de dos mundos diferentes: el de los nuevos socios del viejo cabaret, muy conservadores, y el mundo liberal que habita en esta particular sala, localizada en la reconocible parte trasera de la madrileña Gran Vía. Un enfrentamiento entre Don José Luis (Luis Varela), el empresario provinciano, y Dolores (Beatriz Carvajal), la antigua dueña del local.

Aunque, en el primer capítulo, el enfrentamiento entre estos dos grandes actores se diluyó para dar paso a un desfile de acontecimientos que, casi a codazos, buscaban seducir al espectador a través de emoción y sonrisa, a partes iguales: intentos de suicidios (dos por falta de uno), transexualidad (interpretada por la hermana de Paz Vega, Sara Vega), camarero sin camiseta, amores imposibles, camarero sin camiseta, diarreas galopantes, camarero sin camiseta e incluso un desahucio. De hecho, la utilización de la crisis en este estreno chirrió y resultó forzada. Muy forzada.

Y es que Bienvenidos al Lolita es una gran premisa que ha quedado descafeinada. Primero, porque es difícil realizar una serie sobre un cabaret decadente y que la tele nos muestre un decorado a estrenar, cargado de luces de última generación. Segundo, porque no se sintió la esencia del gran espectáculo de varietés que esconde un club nocturno genuino. Al contrario, las 'actuaciones musicales' eran más dignas de Al salir de Clase, con la profesora Beatriz Carvajal cantando con sus retoños en la función de fin de curso. Tercero, porque la audiencia española ha madurado y agradece la imprevisibilidad del riesgo. Y aquí riesgo, poco.

Al final, Bienvenidos al Lolita es una serie nueva que parece que ya hemos visto antes. Hasta tiene una 'chacha' al más puro estilo de La Juani en Médico de Familia que sirve los manjares en una mesa infinita, donde se reúnen todos.

UN ESQUELETO DEL ÉXITO

Globomedia revolucionó las series en España. Daniel Écija, que también firma esta producción, es uno de los grandes creadores europeos de ficción. Su visión, instinto y talento han sido claves para que nuestra televisión sea mejor y para que nuestras series vivan su edad de oro en la actualidad. Series en busca de congeniar con el público de su país y no con la audiencia minoritaria de HBO, claro. Pero Bienvenidos al Lolita, a pesar del esfuerzo y trabajo que se intuye detrás, no ha salido redonda. Ni mucho menos.

De nuevo, Globomedia apuesta por su testado 'esqueleto' para lograr el triunfo, basado en un importante elenco estable de personajes que reproduce distintos e identificables rangos sociales por edades y clases. El guapo, la madre, los niños, la enamoradiza, la mala... Es decir, el habitual núcleo familiar de convivencia de siempre que aquí es sustituido por el elenco cabaretero. De esta forma, se justifica a los personajes como compañeros de piso que habitan un hotel situado sobre la sala de fiestas. Así, se potencian las tramas y los conflictos.

Si en Un paso adelante estaba la 'residencia' de la escuela, en Lolita está una especie de hostal Royal Manzanares que es el punto de encuentro ideal para contar historias cruzadas, con variedad de perfiles de personajes, para enganchar a todos los targets de audiencia posibles: del adolescente a la abuela.

A pesar de estos cimientos para el éxito masivo en audiencias, Bienvenidos al Lolita ha tenido en su contra justo su propia fórmula ideal, ya que ha evidenciado, con demasiado artificio, esos trucos que tan bien funcionaron en otras series. Globomedia ahora deberá luchar contra el estereotipo de Globomedia, que tienen algunos (sobre todo detractores de la ficción española) y que no siempre es real. Ya lo han demostrado en excelentes series como Águila Roja. Sin embargo, El Lolita Cabaret necesita un rodaje para huir del manoseado tópico tragicómico y encontrarse con una historia consciente de su tiempo, en la que creer, de verdad, en la esencia canalla del cabaret y en la inteligencia cómplice del espectador. O, de lo contrario, la audiencia caerá en picado.

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