OPINION

'El tiempo entre costuras' cuelga el cartel de 'fin' con récord de audiencia

EL TIEMPO ENTRE COSTURAS FINAL
EL TIEMPO ENTRE COSTURAS FINAL

Como las grandes series literarias de antaño, El tiempo entre costuras terminó proyectando el cartel de 'FIN'. Atrás quedan dos años que fueron cuajando este éxito, histórico para Antena 3, que concluyó anoche con un 27, 8 por ciento de audiencia y 5.536.000.

La serie pulverizó su récord de audiencia en un final reconfortante que coronó once capítulos que conjugaron con maestría cinco claves del éxito:

- Realización visual... y sonora. El tiempo entre costuras ha recuperado la estética de las grandes adaptaciones literarias de nuestra televisión. La fotografía y la realización han jugado a crear luminosas imágenes de postal. Sin miedo a los sutiles movimientos de cámara: que hacen más atractivo el encuadre y que tanto escasean en nuestras series, debido a las prisas con las que se ruedan. No ha sido el caso de los once capítulos de esta ficción, donde la historia se convierte en una experiencia visual arropada por una banda sonora perfecta a la hora de impulsar la emoción.

- La puesta en escena. Es bien sabido que la serie se ha grabado en 100 localizaciones de España, Marruecos y Portugal. La gran inversión económica de la producción consigue un despliegue que se nota y que empatiza con la curiosidad del espectador. Anoche, en el último episodio, cobró protagonismo el madrileño Museo del Ferrocarril, antigua Estación de Delicias, que sirve como decorado comodín a todas nuestras ficciones de época. Desde Cuéntame hasta Amar en Tiempos Revueltos. También Sira Quiroga pasó por ahí.

- La ensoñación en otros tiempos. En estos años de aburrida crisis, este tipo de ficciones-vintage alcanzan una de las máximas de la televisión: hacernos imaginar. Las audiencias mayoritarias siempre agradecen poder fantasear con otras mágicas épocas, que no hemos vivido pero que muchos soñaron vivir, aunque sean reinventadas en cartón-piedra. El tiempo entre costuras en una buena válvula de escape hacia la evasión de la emoción que producen tiempos más ingenuos, en los que hasta conspiración parecía romántica.

- Adriana Ugarte. Presente en casi todas las secuencias, Ugarte (La Señora, Niños Robados) ha derrochado una naturalidad frente a la cámara hasta alcanzar una rotunda complicidad con la audiencia femenina, filón de esta producción, que ha empatizado con los sentimientos de la protagonista.

- El amor, el desamor... y el suspense. El tiempo entre costuras ha conseguido no decepcionar a la hora de versionar un bestseller que consigue el equilibrio entre la aspiracional búsqueda de la felicidad a través del amor más romántico, que se frustra, va y viene, con otro tipo de romanticismo: el de las turbias tramas de suspense, espías, soledad y supervivencia en el desasosiego.

El tiempo entre costuras se marcha con los capítulos exactos, sin posibilidad de estirar el éxito para caer en la trampa de deformarlo y, por tanto, Sira Quiroga se ha ido con con un público contagiado por una aureola de que esta producción es un hito histórico de nuestra televisión. No obstante, la audiencia es tan exagerada como olvidadiza, y pronto otorgará ese título de 'hito histórico' a otra serie que consiga traspasar la barrera del acontecimiento mediático que emociona. Es la infiel ley de la televisión, algo desmemoriada. ¿Cuál será el próximo hito? ¿El Príncipe, Galerías Velvet...? Pronto lo sabremos.

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