OPINION

¿La politización de Los Goya hace daño al cine español?

Maribel-Verdu-Blancanieves
Maribel-Verdu-Blancanieves

Ya está aquí la gran noche del cine español: los Goya. El próximo domingo, Manel Fuentes será el maestro de ceremonias de una gala que su predecesora en el cargo, Eva Hache, describió como "una exposición perversa", pues todo el mundo se siente capaz de hacerlo mejor que el presentador de turno.

Será la 28 edición de unos premios que buscan reconocer y promocionar el talento de nuestra industria cinematográfica. Todo un valor añadido en un momento en el que el cine sufre una crisis sin precedentes. Pero lo cierto es que, en los últimos años, estos premios no han funcionado como lanzadera publicitaria para relanzar la trayectoria de las películas nominadas, ni siquiera de las triunfadoras.

Al contrario, Blancanieves arrasó en los Goya 2013 con 10 estatuillas y no levantó sus datos en taquilla. Tampoco las 11 nominaciones que este año tiene La gran familia española han servido para engordar sus cifras. Si resultan ganadoras, ¿servirá de plataforma esta edición para cintas como La Herida o Caníbal? Ambas han encantado a los críticos pero han pasado desapercibidas para el público.

Los Goya son un éxito de audiencias televisivo, pero la ceremonia ya no consigue llevar a la gente a las salas como antaño. Es verdad que las entradas ahora están más caras y el 21 por ciento del IVA cultural no ayuda, aunque también el cine español debe realizar autocrítica para analizar el prejuicio creciente que existe en la sociedad, que, salvo macroproducciones internacionales como Lo Imposible (con actores extranjeros incluso), considera a su industria cinematográfica como monotemática y endogámica. Una percepción completamente falsa.

Al final, la aureola de "miedo al motín", que ha envuelto a los Goya desde aquel "no a la guerra", quizá ha terminado por hacer mucho daño al cine español. No sólo en los agradecimientos de los premiados, que dicen lo que sienten y tienen derecho a aprovechar su momento para denunciar injusticias, también por determinados dirigentes y medios de comunicación, que han utilizado algunos mensajes para calentar la batalla política. Tampoco es positivo que el ministro Wert de platón, como sucederá en la noche del domingo.

Y es que aún parece rentable en votos estimular el enfrentamiento entre dos Españas, algo que debía estar ya superado.  Pero el cine no debe quedarse en esa trinchera del mensaje que utiliza un determinado tipo de política. Tiene derecho a la pataleta, por supuesto, pero tiene más derecho aún a ser considerado como lo que es: un arte con mucho trabajo, talento y profesionalidad detrás que necesita llegar a un público que lo aprecie sin prejuicios ni ideologías. Es solo cine, bueno, malo o regular, como en cualquier cinematografía de cualquier nacionalidad.

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