OPINION

La televisión pública de Suárez

la television de adolfo suarez
la television de adolfo suarez

Tras ocupar diferentes cometidos en la televisión pública, Adolfo Suárez se convierte en Director General de RTVE en 1969.

La transición del blanco y negro al color era una realidad. Los Juegos Olímpicos de Múnich potenciaron las nuevas transmisiones en color y, doce meses más tarde, TVE ya emitía diez horas y media semanales. Era el año 1973, en el que nacía Informe Semanal o Jose María Íñigo alcanzaba la popularidad con su Estudio Abierto. Antes, en el 72, Suárez había dado luz verde a proyectos tan icónicos como La Cabina de Antonio Mercero. Premio Emmy al mejor telefilme.

Adolfo Suárez estaba al frente de aquella joven televisión que intentaba crecer en todos los sentidos. Aunque la televisión era para él un trampolín: se curtió de ella y dejó que los profesionales ajenos al régimen hicieran su trabajo creativo en una cadena atada por la censura.

Una época complicada para TVE en la que incluso Suárez se jugó el cargo con decisiones comprometidas, como cuando se celebró la boda entre Alfonso de Borbón y Carmen Martínez-Bordiu, nieta de Franco, y se negó que La 1 retransmitiera el acontecimiento como deseaba la familia. Sabía que esta decisión era clave para su carrera política posterior, pues estaba ya dibujando la figura del Príncipe, el Rey Don Juan Carlos.

Un año después, Adolfo Suárez dejó la dirección de la televisión pública. De su paso por los Estudios de Prado del Rey aprendió la importancia de este medio de masas. De hecho, ya como presidente del Gobierno, encargó una 'televisión de Estado, democrática y plural'.

Aunque, eso sí, al director de RTVE por aquel entonces, Fernando Castedo, también Suárez le pronosticó: "vas a tener muchos problemas porque todos hemos estado acostumbrados a que la tele sea el espejo al que se mira el poder".

Para este cometido, fue nombrado director de informativos de la casa a Iñaki Gabilondo. La independencia y credibilidad de TVE parecía una meta más tangible. Pero aún quedaba trecho.

Tres décadas después, todavía pocos mandatarios comprenden que la televisión pública debe ser una aliada como un motor social y no un simple altavoz propagandístico. Suárez, en cambio, lo tenía más claro. Era sólo el principio de los ochenta.

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