OPINION

El cara a cara entre Cañete y Valenciano: ¿debate electoral o batalla de monólogos?

DEBATE PP PSOE EUROPA
DEBATE PP PSOE EUROPA

El debate electoral ha regresado esta noche a las instalaciones de TVE. En el plató L2 de los emblemáticos Estudios Buñuel, Arias Cañete y Elena Valenciano se han enfrentado en un cara a cara que la cadena pública no ha sabido convertir en un gran acontecimiento mediático. Ni con una puesta en escena demasiado oscura, ni con una realización demasiado aburrida. La encorsetada estructura pactada no ayudaba. Tampoco los propios protagonistas, atados a sus discursos de un guion excesivamente cerrado, que se he quedado en el triste tópico del 'y tú más'.

A las 22.30 horas empezó el encuentro. Tras posar con los directivos de Televisión Española, los dos candidatos se sentaron en una mesa moderada por la presentadora María Casado, que casi no se saltó el guion. Sólo para recordar, atinada, que la mecánica del formato estaba decidida por los propios partidos políticos.

Y ese es uno de los principales problemas de los cara a cara en nuestro país: están demasiado medidos en tiempos, en discursos y hasta en preguntas pactadas. De hecho, está todo estipulado y nadie recordó que estaban en un horario televisivo de máxima audiencia.

Al final, lo que debería ser un debate constructivo, con ingredientes del espectáculo televisivo (no hay mayor show que una conversación apasionada) se convierte en una consecución de monólogos aprendidos de memoria (o leídos de reojo como en el caso de Cañete), donde por la pequeña pantalla sólo se desprende artificio.

De ahí que realmente nadie ganara el debate, perdió la credibilidad de la política.

Con esa prefabricada puesta en escena, se diluyó el interés y una necesidad de ver a políticos creer en su mensaje. Sin embargo, al contrario, los dos representantes de ambos partidos se quedaron en lanzar mensajes previsibles, con un protocolo de otra época, discursos que la audiencia siente que están creados desde una realidad muy lejana a lo que se siente en la calle.  

Cañete denotó una mayor experiencia en platós. A pesar de tener una situación social en su contra, el miembro del Partido Popular transmitió tranquilidad, aunque protagonizando algún interminable silencio, de duda, y obsesionado demasiado con los papeles sobre la mesa.

A Elena Valenciano, por su parte, le perdieron los nervios sobre todo al principio.  La socialista evidenció una inquietud e inseguridad ante la cámara al comienzo de la emisión. Eso sí, mantuvo el tipo intentando responder a Cañete y evitando leer los apuntes. De esta forma, se agradeció que no reprimiera su temperamento al cortar al ex Ministro de Agricultura cuando no estaba de acuerdo con sus afirmaciones.  No obstante, no fue suficiente para dar viveza a un monótono cara a cara: ganó el arranque con nervios de Valenciano y un Miguel Arias Cañete ofuscado en lanzar todos los titulares que llevaba planificados.

Un debate que nos deja una importante lección. Los políticos tienen que comenzar a entender que para recuperar la confianza de la población deben atreverse a abordar los temas sin limitaciones y con un periodista activo, que pueda moderar la mesa de verdad, sin ser solamente un simple contador de tiempo y que pueda matizar los datos que una y otra parte han dejado sin contrastar sobre la mesa (hoy sobre todo Arias Cañete).

La televisión, el periodismo y, por supuesto, también la política es saber responder más allá de las preguntas pactadas. Demostrar el bagaje, el conocimiento y la capacidad. Ahí ganarían en credibilidad los propios políticos y, por consiguiente, toda la sociedad: recuperando el interés por una política que está generando una desconexión de sus ciudadanos por culpa de sus discursos previsibles.

Obsesionados con sugestionar el voto del público, los políticos no aprovechan este tipo de programas olvidándose de ilusionar con  propuestas realistas de futuro, argumentos con pilares sólidos. En definitiva, con convicciones que transmitan verdad y no sólo se queden en titulares efectistas para contentar a su electorado. Hoy no hemos avanzado en estas lides. Y tampoco se ha hablado prácticamente nada de Europa.

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