OPINION

El truco de Chico Ibáñez Serrador que sigue vigente hoy

CHICHO UN DOS TRES MIRIAM DIAZ AROCA JORDI ESTADELLA
CHICHO UN DOS TRES MIRIAM DIAZ AROCA JORDI ESTADELLA

Tu cara me suena se ha exportando a una veintena de países. Incluso con versiones en Estados Unidos e Inglaterra. Nunca antes un formato español de entretenimiento había sido importado a tantos países. Sólo el Un dos tres consiguió un hito parecido.

El talent show de imitadores, ideado en Gestmusic, ha demostrado que los programas espectáculo podían volver a funcionar en nuestra televisión. Y el resto de las cadenas se animaron a producir formatos como La Voz, que estaban paralizados.

Parecía que la audiencia ya no aguantaba los programas de prime time cuando no contaban con un ring de boxeo para contertulios alterados. Aunque, en realidad, la fórmula de las varietés televisadas jamás se agotó, simplemente dejó de funcionar porque, salvo pequeñas excepciones, este tipo de espacios se dejaron de realizar bien. A medio gas de creatividad. Y así, con una fórmula descafeinada, no funcionaban.

En las últimas épocas, hemos vivido una aparición de ciertos profesionales que pretendieron reinventar la televisión dando la espalda a los programas que se habían hecho con audiencias millonarias antes, ya que los denominaban "casposos" e incluso "rancios", cuando en las entrañas de estos formatos están los pilares del instinto audiovisual que nos parió y del porvenir del éxito televisivo.

Por eso, aunque suene a tópico, debemos seguir aprendiendo de creadores como Chicho Ibáñez Serrador. El mítico realizador de TVE lograba conquistar al espectador con sus guiones cerrados, con sus giros dramáticos atados y con sus milimetradas coreografías de planos, hasta cuando no tenía grande alardes escenográficos.

Y es que simplemente tres cosas le podían bastar a Chicho para transmitir sensaciones en el público: un escenario vacío, un cantante con carisma y un público sentado en una grada.

La televisión de hoy tiene otros ritmos, pero Ibáñez Serrador era un experto en sacar jugo al plató sin necesitar más que sus característicos planos lentos y casi estáticos. Un buen ejemplo es la mítica actuación de Miguel Bosé presentando Amante Bandido en el Un, dos, tres

Había una canción con personalidad, había un cantante con personalidad y había un realizador con personalidad. Con estas premisas, fijémonos como Chicho supo no perderse en aspavientos y convertir una puesta en escena sencilla en una actuación hipnótica:

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Lo consigue gracias a unos primeros planos que centran el foco en el poderoso sello personal del artista -con su carismático baile imposible- y con los insertos montados de chicas del público reaccionando con sonrojante arrebato al ver a su ídolo.

Los insertos de la grada eran una herramienta habitual que utilizaba Chicho para impulsar la emoción. Es la importancia del enriquecedor encuadre de reacción que casi se ha dejado de utilizar en nuestra tele. Sí que es habitual en Tu cara me suena, como no podía ser de otra manera.

Con muchos o escasos elementos, Serrador narraba una historia: sabía que éste era el vehículo fundamental para el triunfo de cualquier programa. El truco del éxito de todo formato: desde Sálvame hasta Salvados, desde el Telediario hasta Pasapalabra. Una evidencia que, sin embargo, da la sensación de que muchas veces se olvida en los despachos de unas cadenas que buscan el gran share creyéndose más listas que el público.

Poco o nada que ver con la metodología de Ibáñez Serrador. El instinto televisivo y el amor por contar historias de forma obsesiva, ya fuera con un concurso, con una película, con un programa divulgativo -Hablemos de Sexo era suyo- o con una simple actuación musical, era su máximo objetivo y, de esta forma, su selló marcó a tantas generaciones de espectadores, pues ejemplificaba la televisión hecha con personalidad propia, creatividad imprevisible, ideas claras, alguna que otra travesura y siempre desde la pasión.

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