Se llama Pilar Palacín. Y ha visto Saber y Ganar desde su estreno hace 17 años. Había que celebrar esta lealtad, claro. Así que Jordi Hurtado ha premiado a esta vecina de Salou con un día en la grabación de su longevo concurso, que esta semana emite la edición 4000.
Pilar ejemplifica la fidelizada audiencia que no falta a la cita con Saber y Ganar. De hecho, este formato sigue siendo lo más visto de la segunda cadena de Televisión Española, impulsando el pobre share de La 2 hasta rondar la barrera del diez por ciento de cuota de pantalla.
Un gran dato que convierte a Saber y Ganar en un emblema que ha sobrevivido a gobiernos, directores generales e incluso a sus propias pruebas, que han crecido con el tiempo. Todo ha ido cambiando menos su presentador, Jordi Hurtado; la voz en off, Juanjo Cardenal: el director, Sergi Schaaff; la reconocible base musical que envuelve el espacio y las características sombras hiperactivas con las que arranca y termina el programa a contraluz y con todos los participantes de la edición alrededor de un Jordi Hurtado que se mueve histérico para que quede más bonito en plano.
Y en este tipo de pequeños detalles está el secreto del triunfo de Saber y Ganar. Es el concurso con las preguntas más difíciles del panorama televisivo nacional y el que menos dinero se llevan los participantes, pero también es uno de los concursos mejor realizados: sabe jugar con los trucos del espectáculo televisivo. Lo hace con mucho salero.
En Saber y Ganar los concursantes se mantienen en el tiempo y hasta vuelven a participar meses después, como estos días que juegan aquellos que más aguante tuvieron. De esta forma, se logra que el espectador empatice con los participantes, conoce sus filias y fobias. En definitiva, dejan de ser sujetos anónimos para transformarse en personajes cercanos y el público queda enganchado a su evolución programa tras programa. Es más, el espectador intenta resolver las pruebas junto a ellos. Un programa interactivo, antes de que existiera Twitter.
Además, el show fomenta las sorpresa y los guiños constantes a sus participantes, ya sea con el reencuentro sin avisar con un familiar o cantando un rap personalizado al 'sabio' de turno.
Y todo esto comandado por un presentador que es el yerno ideal. Su lozanía es un plus para el chascarrillo social, también sus imitaciones o su complicidad con la voz, Juanjo Cardenal. Porque Saber y Ganar es un formato que es más espontáneo de lo que parece.
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