OPINION

'Rising Star', ¿la revolución tras 'La Voz' o el gran fiasco televisivo internacional?

Rising-star talent show
Rising-star talent show

Las cadenas, a veces, se apresuran a la hora de comprar formatos internacionales, influenciadas por un éxito puntual en la idiosincrasia de un determinado país y para adelantarse a su competencia. Y eso puede ser muy peligroso. Es lo que ha sucedido con Rising Star, un nuevo talent show que triunfa en su país de origen, Israel, y del que también Antena 3 adquirió velozmente los derechos para realizar una versión patria.

El programa cuenta con un atractivo as en la manga: la audiencia se convierte en la protagonista del show a través de una aplicación interactiva. El público no sólo decide, en tiempo real, si el participante que está cantando continúa o se va, también los propios espectadores ven proyectada su imagen de su perfil en la app en la gran pantalla al votar.

Este inmenso 'videowall' sirve de oscuro muro que separa el escenario del resto del plató. Sólo se levantará ese telón de leds si el participante recibe más del 70 por ciento de 'likes' de la audiencia mientras interpreta su tema. Los perdedores se van sin ver la luz del estudio.

Este fin de semana, el esperado Rising Star ha llegado a la televisión americana de la mano de ABC. Se estrenaba con muchas expectativas, sin embargo, el alunizaje del formato en la televisión norteamericana ha sido tibio, como en el resto de países en los que se ha ido lanzando este talent show. ¿Qué ha pasado con el se perfilaba como el gran formato de la temporada a nivel internacional?

La interactividad es importante en la televisión de hoy, pero no debe ser lo único. De hecho, el grave problema de este concurso es que cuenta con una estructura poco original y un desarrollo aburrido y está atado a una aplicación ajena, en vez de exprimir el dinamismo de las redes sociales habituales a la hora de ver y comentar la televisión, como Twitter.

Tampoco ayuda que la primera fase de Rising Star recuerde tanto a una mala imitación de La Voz que, en lugar de los coaches, deja la decisión en unos espectadores con el aliciente de ver su foto en pantalla. Espectadores que, no obstante, al descubrir que sus imágenes pasan tan rápido terminan hasta indignándose con el programa.

La historia se repite. Los directivos de las cadenas se cegaron al ver un éxito regional con una pantalla gigante e interactiva unida a la participación ciudadana con los móviles de la gente. En cambio, no se percataron del poco efectismo del talent, ni en contenido ni en puesta en escena.

La televisión no se hace sólo con una aplicación móvil. Por ahí no va la revolución que estamos viviendo entre la televisión tradicional, las nuevas plataformas y las redes. Va más allá.

La tecnología no funciona sola, sirve de poco si falta personalidad al formato, si mantiene una fórmula ya vista mil veces (¿para qué contar con un jurado convencional si el mayor poder recae en el público') y, sobre todo, si el programa se olvida del mayor objetivo de cualquier espacio televisivo, ya sea un magazine o un espectáculo nocturno: transmitir al espectador una historia con interés, desde el minuto uno. Una historia emocionante, genuina y creativa.

¿Acabará Antena 3 emitiendo Rising Star a pesar de su desplome de audiencia en otros países?

http://www.youtube.com/watch?v=YcYAU0mwwdk[embed]

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