OPINION

El efecto 'Sharknado': la moda de las películas deliberadamente malas

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¿Tornados y tiburones? ¿Por qué no? ¡Lo veo! Será un éxito. Puede que estas fueras algunas de las frases que se escucharon en la reunión de mentes pensantes del canal SyFy que dio luz verde a Sharknado, tv movie que esta cadena (disponible en plataformas de cable y satélite) estrenó hace apenas un año, provocando un arrasador efecto en redes sociales y un fenómeno fan inmediato.

La secuela no podía hacerse esperar y nos ha llegado esta pasada semana. El jueves se emitió en SyFy en España, pocas horas después de su estreno en Estados Unidos. Y el resultado ha sido el esperado: Sharknado 2 ya es la película original de SyFy más vista en la historia del canal, y se calcula que su primer pase en televisión ha generado unos 1000 millones de comentarios en Twitter. Una completa barbaridad.

¿Cuál es el secreto del éxito? Las dos entregas de Sharknado se suman a una larga lista de títulos delirantes que en el pasado ya han mezclado cine de bajo presupuesto con género fantástico y bichos demenciales: de Mega Shark versus Giant Octopus a Pirañaconda pasando por Megapiraña o Arachnoquake. Son producciones destinadas a su consumo en televisión o en el mercado doméstico, a la caza de espectadores dispuestos a pasarlo pipa, en muchos casos en grupo, ante el esperpento delirante de una película que es consciente de ser mala y cutre y que hace de esto una divertidísima virtud en lugar de un problema. Y el público se ríe de eso mismo, sin complejos.

En SyFy son expertos en este tipo de "comedias fantásticas", pero con Sharknado han encontrado un filón especial. La mezcla de tiburones y tornados, con Ian Ziering (el rubiales de Sensación de vivir, que sigue igual que en Sensación de vivir) como héroe, ha despertado un entusiasmo inusitado gracias a su absurdísimo humor, los muy básicos efectos especiales o su desprejuiciado sentido del espectáculo. Y es que no hay que quitarle méritos a Sharknado y su secuela, porque tampoco es fácil conseguir un producto que funcione así de bien dentro de su género, con los actores controlando a la perfección el tono de su dramática comicidad y un desarrollo del guión que provoca hilaridad de principio a fin, rizando siempre el rizo con un giro más ridículo que el anterior.

El fenómeno Sharknado ha triunfado tanto porque es la más brillante entre estas películas deliberadamente malas. Porque hasta para hacer una película mala adrede hay que tener arte.

Y además SyFy lo ha hecho muy bien a la hora de vender su producto, potenciando el fervor de los fans, el ruido en las redes sociales y la experiencia colectiva de disfrute y risas que se contagian. En Madrid, sin ir más lejos, SyFy organizó el pasado jueves una acertada proyección paralela a la emisión de Sharknado 2 en televisión. Fue en el cine de verano de El Cuartel de Conde Duque, donde se juntaron 800 espectadores dispuestos a vibrar con la invasión de tiburones en Nueva York. El canal, de esta manera, creó un 'evento-acontecimiento' que impulsó la catarsis colectiva por esta tv movie, la más vista de la historia de SyFy.

Nos podemos preparar, porque, visto el furor, todo indica que habrá secuelas hasta la extenuación. A por Sharknado 3 y las que vengan.

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