OPINION

'Bajo Sospecha': así es el regreso de Antena 3 al drama policial

BAJO SOSPECHA
BAJO SOSPECHA

Una niña que desaparece en plena celebración de su Comunión. Una familia en la que todos pueden ser sospechosos. Unos policías con una doble vida para investigar el extraño caso. Y un pueblo en el que nadie cuenta lo que sabe. Así arranca Bajo Sospecha, una serie en donde nada es lo parece.

O eso se intuye al ver el primer corte del capítulo de estreno, que se proyectó anoche en el Festival de Televisión de Vitoria, FesTVal. Allí estuvimos en un teatro en el que Antena 3 y Bambú Producciones decidieron probar su serie estrella de la temporada ante el público, aunque aún no contaban con el montaje definitivo. De hecho, terminaban de rodar escenas. No obstante, en esta versión, recién salida de la sala de edición, ya se vislumbra el grueso de la serie: un drama policial centrado en la búsqueda de una niña desaparecida a través de unos personajes con una explosiva vida emocional.

Yon González y Blanca Romero interpretan a la pareja de policías, Víctor y Laura, que se hacen pasar por un falso matrimonio para investigar la desaparición. Investigan sin que los demás sepan que son investigadores. Y sin pistolas, esa es una de las principales novedades. De nuevo, Bambú se centra en la fuerza de los personajes y evita las escenas de acción, que no siempre son necesarias para mostrar el poder de una historia y, además, encarecen los rodajes.

Ella, Laura, es infiltrada como la profesora sustituta de la clase donde estudiaba la niña y a la que sigue acudiendo su hermano mellizo, Pablo. Él, Víctor, es "el mantenido". Esta pareja falsa tiene que estudiar su nueva vida, o será pillada por los vecinos del pueblo. Al mismo tiempo que se dibuja una tensión sexual iniciática entre ambos. Y todo ese cóctel puede funcionar en una serie que es una evolución más comercial y más cálida de la dura 'Desaparecida', de los mismos creadores y que emitió TVE en 2007.

A falta de pulir el capítulo, Yon González se come a su compañera de reparto (a nivel interpretativo, claro). Es la gran revelación de la serie: Bajo Sospecha supone su espaldarazo como actor, pues impregna de naturalidad al personaje -hasta cuando no vocaliza- y, también, sirve como contrapunto perfecto para desengrasar las tensas tramas de la dura historia. Yon lo consigue al consumar con gracia las particulares salidas de tono cómicas de un personaje que cuenta con una rebelde campechanía que se ganará la empatía de la audiencia.

Y es que Bajo Sospecha es una historia policial digerible para las grandes audiencias: su tensa carga dramática respira en las tramas paralelas y el humor que va salpicando el capítulo. Tampoco falta el bar, como uno de los epicentros laborales de una familia que es víctima y, al mismo tiempo, verdugo. ¿Quién habrá cometido el secuestro? ¿Qué ocultan? La ficción pone a prueba al espectador. Incluso en el primer montaje se apuesta por dar demasiada información al público. Te hace desconfiar de todos, hasta de la habilidad de los propios protagonistas, que pecan en ocasiones de poco cautos y patosos.

¿Funcionará? El primer capítulo triunfará. Tiene los ingredientes y el envoltorio para conectar con el target más femenino, motor de las grandes audiencias de nuestra televisión. Bajo Sospecha está hecha a medida para este perfil de público. Pero aún les queda trabajo de postproducción, su estreno no pinta inmediato. Falta pulir la fotografía, que está bien de luminosidad pero que necesita rebajar el tono visual del tópico telefilme que evidencia los decorados y localizaciones customizadas -esos bosques gaseados con desconcertante toneladas de humo a lo Dreamland- y encajar mejor algunas escenas del primer capítulo que pecan de poco creíbles (probablemente por las prisas de montar el capítulo para llegar a la proyección de anoche).

Una serie que recupera la esencia de la productora Bambú en Gran Reserva:  historia de personajes tóxicos y turbios que definirá su calidad y calidez en emisión, avalada por Yon Gónzalez, Alicia Borrachero (madre de la niña desaparecida), Lluis Homar (comisario Casas, con frases tan rimbombantes como "cada minuto que pasa es más probable que aparezca muerta") y un largo elenco de actores con  gancho televisivo comercial en el que aún debe encontrar su sitio una fría Blanca Romero que es más un magnético personaje mediático que vende publicidad que una actriz creíble.

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