OPINION

El problema de las descargas ilegales: las claves del impopular debate que nadie se atrevía a abrir

CREA CULTURA ATRESMEDIA
CREA CULTURA ATRESMEDIA

"Nada es gratis, siempre hay alguien que lo paga". Con este mensaje tan rotundo, Atresmedia ha dado un paso adelante a la hora de concienciar sobre el grave problema que tiene la cultura a nivel mundial y también la nuestra en particular: una industria que mengua en una sociedad en la que buena parte de la población entiende que la producción de contenidos audiovisuales surge de la nada y por tanto debe ser gratis.

Un debate, el de la piratería, siempre rodeado de incendiarias perspectivas contrapuestas. De ahí que esta campaña de Atresmedia, 'Crea Cultura', resulte valiente. No sólo porque supone una inversión económica por su parte que bien podría haberse ahorrado, sino también porque trata un tema, delicado y repleto de matices, en el que es más fácil hacer la vista gorda.

La compañía de televisión demuestra así un compromiso con el sector, poniendo la lupa sobre un virus que se propaga y ataca directamente a uno de los pilares de cualquier país, la cultura. Y lo hace en un clima donde no es popular reflexionar sobre este tema. Al contrario, las críticas fáciles se multiplican y brotan las reacciones airadas entre quienes defienden la descarga de contenidos como una expresión de libertad ante las cadenas que no emiten las series que ellos quieren ver o las distribuidoras que tardan en estrenar películas. Pero, en la era de "lo quiero todo y lo quiero ya", ¿dónde queda la libertad de los creadores y su derecho a ser retribuidos por su trabajo y continuar generando obras?

El hecho es claro: vivimos un momento de cambios de escenario, hay una revolución tecnológica y de hábitos de consumos. Las partes implicadas en la industria deben afrontar esa nueva época y adaptarse a marchas forzadas. Porque el futuro es ya. Hay que buscar y debatir nuevas fórmulas que logren la sostenibilidad, empezando por las empresas de contenidos bajo demanda, que tienen que hacer más atractivas, amplias y accesibles sus ofertas, tal y como sucede en países como Estados Unidos. Sin embargo, paradójicamente, plataformas pioneras como Netflix se resisten a instalarse en España porque sus estudios de mercado nos colocan en la lista negra de países reyes de la piratería.

Y, mientras, en una situación agravada por crisis y recortes, los creadores empiezan a trabajar gratis, tienen que pedir dinero por fórmulas inestables como el crowdfunding o se impone el intolerable amor al arte en rodajes donde nadie cobra. Se pierde calidad, se pierden posibilidades, se pierde diversidad. La industria cultural se desmorona. Especialmente en el cine, donde ahora solo acceden a la primera línea aquellas producciones que consiguen ser financiadas por las cadenas de televisión y cuentan con una potente campaña publicitaria detrás.

Sin embargo, en este panorama, crecen los argumentos demagógicos para defender las descargas ilegales ("me bajo esta serie porque ningún canal la emite aquí", "me descargo esta película porque su distribuidora va a tardar dos meses en estrenarla en los cines españoles y no puedo esperar más"), por lo que nunca va a sobrar que se abra debate sobre cuestiones tan trascendentales. Esta vez lo ha hecho una empresa privada, Atresmedia, con un movimiento que hay que reconocer intrépido. Lo sencillo habría sido quedarse mudo, obviando la metástasis que está viviendo nuestra industria cultural española y que no es agradable denunciar porque todos somos partícipes de la debacle. Y a ninguno nos gusta sentirnos culpables.

La sociedad tiene que estar concienciada, como bien describe el anuncio lanzado por Antena 3 y La Sexta, del elevado número de profesionales que trabajan detrás de una producción -empleos directos e indirectos, desde el guionista hasta el pizzero- y cuyos puestos de trabajo van desapareciendo. Es una realidad incontestable: en los últimos años hemos sido testigos del cierre progresivo de productoras, distribuidoras, cines, discográficas, platós... Negar esto es una inconsciencia.

Porque no se trata de esquivar el bulto hablando de series que nos descargamos porque ninguna cadena las emite aquí. La esencia del debate es otra y es ahí donde cuesta ser honesto: ¿cuál es tu elección cuando puedes ver una película o serie pirateada y gratis al mismo tiempo que existe la posibilidad de ver esa misma película o serie de forma legal y pagando unos 3 o 2 euros (¡sólo 3 o 2 euros!) en Wuaki, Yomvi, Nubeox o Filmin? Bienvenida sea cualquier campaña que contribuya a educar a la sociedad, empezando por los más jóvenes, para que cada vez más espectadores opten por la vía legal.

Hay que mirar al futuro siendo todos autocríticos, tanto la industria como los consumidores. Y aprendiendo que, aunque el escenario y las normas cambien, la cultura sigue siendo clave para un sociedad rica en ideas. Y que cualquier esfuerzo por proteger la sostenibilidad de esta cultura y de estas ideas nunca va a estar de más.

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