OPINION

Lo que no se ve de 'Adán y Eva': cualquier parecido con la intimidad es pura coincidencia

adan y eva equipo cuatro
adan y eva equipo cuatro

Adán y Eva es ese programa en el que se busca el amor sin absolutamente nada de ropa. Ni píxeles. El espectador ve todo al natural, sin codificar. Y la audiencia ha respondido: el formato es un éxito para Cuatro, especialmente en los perfiles de público que abarcan adolescentes y jóvenes. El 'busca pareja' de siempre se nos presenta aquí como una búsqueda del amor sin interferencia alguna.  Ni para ellas ni para ellos. Solos en una paradisíaca isla.

Pero, aunque no lo parezca, en la televisión siempre hay un equipo detrás, como demuestra esta imagen de making of publicada por el director de Adán y Eva, Baldo Limón, en su propio Twitter.

Es lo que no se ve de un reality de estas características, donde se intenta transmitir al espectador una constante sensación de intimidad, haciéndole creer que es casi un voyeur de las situaciones que ocurren. Como si sólo existiera su mirada sobre los concursantes. Pero no hay otra: para contar una buena historia en la pequeña pantalla siempre hace falta un buen despliegue de medios... y de trabajadores.  Ya sea en un gran espectáculo musical, en un informativo o en un descocado concurso. Más aún, en un espacio como Adán y Eva que, además de presentar el conflicto entre sus participantes, cuida el envoltorio.

Porque Adán y Eva intenta ser atractivo para el ojo del espectador de Cuatro. En la foto vemos a un mínimo de siete personas en esa barca en la que tiene lugar una íntima cena entre los protagonistas. Hay de todo: cámara, producción, sonido... Todo lo necesario para que cada plano que se grabe cuente con la calidad televisiva necesaria. De hecho, hasta el atrezzo (con sus velitas) está colocado al milímetro. El clímax se construye para arropar la cita y aunque los participantes vayan desnudos, han pasado por peluquería y rayos uva para estar más seductores ante la cámara. Porque en televisión puedes ir desnudo, pero mejor evitar no ir despeinado o con excesivos brillos.

En televisión no todo es mentira. Pero sí toda la verdad debe ser moldeada para cumplir su cometido: contar una historia atractiva para el espectador sin que este se percate de la parafernalia que conlleva cualquier producto audiovisual. Así que ningún concursante de Adán y Eva o Supervivientes da un paso sin que una enorme pértiga (o dos) sostenga un micrófono peludo sobre sus cabezas. Y en Callejeros o Españoles por el mundo no solo hay un reportero tras la cámara, hay dos. Y la casa de Alaska y Mario estaba repleta de gente y focos mientras ellos leían la Cuore en aparente soledad. Y los Reyes son los padres.

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