OPINION

Pedro Sánchez: la política y la aventura del show de entretenimiento en prime time

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Planeta Calleja ha arrancado su nueva temporada. Y Pedro Sánchez ha sido el primero en atreverse a vivir (o sufrir) una aventura con Jesús Calleja. El programa de Cuatro juega a mostrar primero el trabajo diario del invitado para después pasar a la acción, inaugurando un nuevo género de entrevista: la entrevista en situaciones de cierto riesgo.

Calleja intenta sacar titulares a cada uno de sus protagonistas en situaciones peliagudas, incluso desde lo alto de un molino de viento. Cualquier lugar es útil con tal de 'desnudar' a la personalidad. Así sucedió anoche con el Secretario General del Partido Socialista que entrenó en un rocódromo para aprender toda la técnica necesaria para rapelar un aerogenerador de 70 metros de altura y, después, escalar hasta lo alto del Peñón de Ifach, en la costa de Alicante.

Sánchez superó la prueba. El líder socialista es perfecto para un formato de estas características: deportista, de una generación con menos prejuicios sobre la televisión y en plena campaña de darse a conocer, en tiempo récord, a la opinión pública. En este sentido, parece que su equipo ha definido una estrategia que no pasa sólo por aparecer en programas de actualidad política convencional, también por atreverse con shows de entretenimiento. 

Tras la llamada a Jorge Javier Vázquez en Sálvame, que propició un aumento de popularidad entre los casi dos millones de fieles del programa de tarde de Telecinco (que apenas conocían al nuevo 'jefe' socialista), ahora se ha sumergido en la constructiva aventura de Calleja. No ha sido el reto más duro del programa de Cuatro, pero sí nos ha mostrado a un político en un hábitat que no se acostumbra en España.

A diferencia de países como Estados Unidos, donde es habitual ver a los representantes políticos participar en programas de televisión, ya sean espacios de late night o hasta realities (incluso la primera dama norteamericana ha sido activa en shows de estas características), en nuestro país aún existe cierta desconfianza con estas apariciones con un perfil más lúdico. Es más, suelen despertar polémicas. Aunque, tal vez, simplemente deberían denotar un grado mayor de madurez democrática.

Eso sí, esta táctica de cercanía mediática funciona para amplificar la popularidad, pero no es siempre efectiva para fortalecer la credibilidad como político. Los estrategas del marketing de la política deben encontrar el punto exacto en el equilibrio de la participación en prime time de entretenimiento para no desvirtuar la imagen del líder, pues se corre el peligro de que no se hable de las propuestas políticas de fondo para sólo comentarse los programas a los que se acude. Sánchez no es un showman, es el jefe de la oposición. Y, al final, vender cercanía en un prime time sirve de poco si no lanzas mensajes con el fondo y la definición necesarios para que despierten la confianza e ilusión de la audiencia.

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