OPINION

Lo que nos enseñó la tele en 2014

JORDI EVOLE SUBIDO A UNA ANTENA
JORDI EVOLE SUBIDO A UNA ANTENA

De la televisión en 2014 aprendimos que los niños han dejado de tener programas infantiles para ser protagonistas de shows de mayores. Que Dani Rovira triunfa haciendo de Dani Rovira. Que existen periodistas verdaderamente independientes. Que Jordi Hurtado nunca ha repetido una pregunta en 18 años de Saber y Ganar. Que la política interesa, y mucho. Que Pablo Iglesias se ha transformado en una especie de Will Smith de los programas de actualidad. Todos (menos TVE) quieren al líder de Podemos en su plató, pues su discurso crea unas magnéticas filias y fobias, que multiplican la audiencia.

De la televisión en 2014 aprendimos que las cadenas hacen televisión para abuelos, pues su público está muy envejecido. Que la comedia sigue siendo cosa de hombres.  Que la televisión demasiado politicamente correcta no funciona. Que un presentador puede terminar superando a su propia parodia, véase Mercedes Milá, o Chicote.

De la televisión en 2014 aprendimos que los aplausos en los debates políticos recalcan los titulares de las entrevistas (serias) de igual forma que las risas enlatadas subrayan los chistes en las telecomedias. Que nos falta conciencia de preservar el patrimonio audiovisual. Que nada es para siempre, ni los (míticos) Estudios Buñuel. Que a los mandamases catódicos les gusta jugar a ser guionistas. Que alargar los programas hasta la madrugada infla la cuota de pantalla pero, también, espanta espectadores potenciales. Que el desnudo (integral+rayos uva) hace crecer el share. Que las adaptaciones de Médico de Familia y Los Serrano siguen en emisión en Italia, superando a sus originales, y con éxito. Que los informativos satíricos alcanzan más credibilidad que algunos Telediarios.

De la televisión en 2014 aprendimos que a Mediaset Italia le gustan las series de Antena 3: El Secreto de Puente Viejo y Sin identidad se emiten allí con buenos datos. Que la televisión Ni-Ni se afianza, las nuevas generaciones no conocen la televisión más creativa y se conforman con la Fast TV. Que a Matías Prats le sienta bien el fin de semana. Que existe sequía de ideas y faltan grandes formatos televisivos en el mercado internacional; todo está inventado pero todo se puede reinventar, y España empieza a crear por sí misma como nunca. Que la fórmula de cebar la información de Aquí hay tomate se ha expandido a todo tipo de programas, de Más vale tarde a Cazamariposas.

De la televisión en 2014 aprendimos que los sábados ya no son 'sensacionales' si contienen teatrillos con clichés de género. Que se puede hacer un programa musical contando una historia, de principio a fin, y no quedándose en la sucesión de canciones. Que mimar la realización es importante para cualquier tipo de programa, ya sea un show o un espacio informativo. Que el más espectacular escenario de la gala de los Oscar está en el patio de butacascon Julia Roberts y Brad Pitt devorando trozos de pizza.

De la televisión de 2014 aprendimos que un cocinero español, el chef José Andrés, asesora a Hannibal Lecter para sus guisos. Que las cadenas no aprovechan del todo las ventajas de las redes sociales y temen investigar en nuevos lenguajes audiovisuales. Que no hay que hacer el Método Osmin solo, por tu bien. Que en Downton Abbey beben agua embotellada. Que el rico archivo de TVE logra más repercusión que su producción propia actual. Que mejor pensar hasta diez antes de tuitear. Que ver en exceso la televisión aumenta el riesgo de muerte. Que nos vamos a morir todos.

De la televisión de 2014 aprendimos que Youtube ya es otra competitiva ventana más para las cadenas, aunque en Mediaset se resistan a verlo. Que las series de hospitales son las más longevas. Que Adriana Abenia es chispeante hasta haciendo trampas en un concurso (móvil en mano). Que un talent show es redondo si sabe dibujar perfiles de personajes buenos... y villanos, incluso en MasterChef. Que 11 millones de espectadores no fallan a la selección española de fútbol. Que las televisiones se rinden al folclore, a la aristocracia y a la Duquesa de Alba.

De la televisión de 2014 aprendimos que un chester es un modelo de sofá chic. Que la TDT es menguante. Que hay realities protagonizados por pájaros. Que estamos enganchados al ¡Selfie!. Que la luminosidad manda en las series. Que la luz de frigorífico reina en los programas. Que tenemos unos Reyes algo hipsters. Que Eurovisión tiene barba, y que los eurofans se la recortan. Que se pueden colar espontáneos en el Telediario. Que la mala gestión política puede destruir una valorada televisión pública. Que TVE volverá a triunfar en ideas, talento, periodismo y creatividad, sin dar la espalda a su tiempo, o desaparecerá.

De la televisión de 2014 aprendimos que los presentadores ganan si cuentan con mirada propia y no son parte del decorado. Que las pantallas de Leds hacen parecer clónicas todas las escenografías. Que los audímetros son insaciables, pero que en televisión es fundamental la paciencia para asentar productos. Que la señora de Cuenca no existe, es un fantasma que surge con los miedos de los directivos de las cadenas cuando se resisten a creer en la inteligencia del espectador. Que Mónica Naranjo es magnética como maestra de ceremonias. Que Roko es una artista de largo recorrido. Que Rosario sigue siendo una monstrua y los Supersingles unos maestros del arte de no encajar la boca con el playback. Que en guasap sigue corriendo el rumor de que van a cancelar el programa de Jordi Évole, pero que Salvados sigue siendo Salvados. Y El Objetivo, objetivo.

De la televisión de 2014 aprendimos que es una contraindicación que las cadenas estén más pendientes de lo que hace el rival que de crear por sí mismas. Que para la rentabilidad de un canal no son tan importantes los datos numéricos de audiencia como parece, hay más factores. Que no hay que quedarse sólo en los titulares efectistas sino indagar en los enfoques que sacian la inquietud de la audiencia. Que la televisión sigue siendo un reflejo, a veces demasiado fiel, del estado anímico que atraviesa un país. Que no siempre ganan los buenos ni nadie garantiza finales felices. Que, sin embargo, la esperanza reaparece en cualquier esquina de la pantalla cuando menos lo esperamos. Que el futuro es de la imaginación y de la gente con ganas de hacer las cosas bien. Que esa gente existe. Que en 2015, por tanto, todo vuelve a ser posible.

Y ADEMÁS...

¿Cómo debe ser la televisión pública que nos merecemos?

14 claves para entender las audiencias de 2014: razones de los éxitos y fracasos

¿Qué tiene que aprender Antena 3 de Telecinco? ¿Y Telecinco de Antena 3?

Las virtudes de Twitter que las cadenas aún no se aprovechan

El obstáculo de las series españolas

La TV políticamente correcta: un modelo condenado al olvido

La televisión Ni-Ni, el triunfo de la audiencia que no exige

El truco de Chicho Ibáñez Serrador que sigue vigente hoy

¿Qué ingrediente falta a la televisión de hoy?

Mostrar comentarios