OPINION

Ramontxu, Mota, Pedroche, Reyes, Wyoming, Canal Sur: Lo mejor y lo peor de la Nochevieja televisiva

pedroche campanadas la sexta
pedroche campanadas la sexta

La Nochevieja deja en evidencia que las cadenas tienen miedo al riesgo. La programación no evoluciona en exceso. Se repitieron los ingredientes ya probados y requeteprobados. Pero no todas las apuestas aprobaron. Repasamos los puntos fuertes y débiles de la última Nochevieja.

Televisión Española recuperó a Ramón García para comandar junto a Anne Igartiburu las tradicionales doce uvas. 14 años y 10 años, respectivamente, lleva esta pareja de comunicadores al frente de una retransmisión que se ha ido institucionalizando con el paso de los años. Es decir, ha perdido frescura y desenfado para convertirse en demasiado seria. Pero, anoche, Ramón García sacó esa espontaneidad que sólo tienen los grandes. Trasteó con elementos del programa "¡qué uvas más grandes nos han dado!" o se escondió, con gracia, detrás de un árbol surrealista que se pone en el balcón para ocultar los trastos que no debemos ver. Apareció el mejor Ramón García, el que juega con la complicidad del espectador.

Sin embargo, chocó la gran publicidad (poco subliminal) que se proyectó en el edificio de Sol y que se coló, como si tal cosa, en los minutos más vistos de TVE, que ya no puede emitir anuncios convencionales. Televisión Española no cobró nada, era el Palacio del reloj de Sol, sede de la Comunidad de Madrid, que estrenaba sistema de proyecciones para hacer la Nochevieja más colorida. Pero, al final, color hubo poco en la emblemática fachada del kilómetro cero. Sólo publicidad.

Eso sí, fue emocionante cuando se conectó con Sol y, mientras Ramontxu y Anne presentaban, se escuchaba de fondo a todo el gentío cantando el mítico tema de Mecano, Un año más. Un subidón para despedir 2014. También unos espontáneos sorprendieron a Igartiburu con una pancarta perfecta para chupar cámara. ¡Anne este es el reloj güeno!

Antes, José Mota fue el punto fuerte de la noche. El actor se resarció de su mal paso por Telecinco con un excelente especial que recuperó la fuerza de las mejores Nocheviejas de la televisión. Un programa, con buen empaquetado visual, en donde se narró una historia de continuidad a través de un Rey Juan Carlos I que iba 'contando cuentos' a su nietecita. Increíble como clona Mota a Iglesias, Chicote o el propio Rey Felipe VI. Lo hizo en un formato que no se olvidó de sonrojar a nuestros políticos y algún medio de comunicación (aquí una selección de sus mejores parodias de anoche).

En ese sentido, también sorprendió la edición de Nochevieja de El Intermedio de Wyoming. El programa de La Sexta montó un belén con la peor política del año. Terapia de choque, con la excusa de reírnos de nosotros mismos, que llego a su momento culmen cuando Joaquín Reyes se multiplicó por dos para metamorfosearse en un duelo entre Pablo Iglesias y Ana Pastor: una charla delirante que, de nuevo, da en la diana a la hora de plasmar grandes y pequeños detalles de la periodista y el político.

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No obstante, el torbellino de comentarios de la velada vino después. Cuando apareció Pedroche, con una explosión de transparencias. La vallecana, del barrio de Entrevías para ser más exactos, daba la campanada, así, junto a Frank Blanco, a golpe de trendig topic.

Pero la efectista belleza de la Pedroche fue ensombrecida por lo peor de esta Nochevieja, el garrafal error de Canal Sur (como publicamos y analizamos en Telediaria a la 1 de la madrugada, solo una hora después de que sucediera el traspiés). Los andaluces que veían su autonómica no comieron las uvas porque se coló una publi donde no debía. A una familia se le quedó así la cara. Parece una parodia, pero no, es la realidad:

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Telecinco, por su parte, repitió esa extraña fórmula de que varios actores, dando vida a personajes de ficción, fueran los maestros de ceremonias de la despedida de año. Este vez, tocó a los protagonistas de El Chiringuito de Pepe. Sin Santi Millán, que estaba de vacaciones en Cuba y no cambió el billete de regreso. Una alternativa que, con los reyes del croquetón (gigante, véase la captura), funcionó pero no acabó de encontrar su punto exacto para brillar.

Antena 3 suspendió, otra vez, con el enésimo refrito de sus programas de entretenimiento. Y TVE tampoco aprobó con su gala musical de fin de año, que supuso un retroceso. No sólo a nivel de estancamiento de contenido, también escenográfico. El decorado, el escenario y la iluminación no eran dignos para una tele pública moderna. Además, el público de agencia en el estudio sólo transmitía artificio.

De hecho, curiosamente, a La 1 de TVE le hizo sombra en las redes sociales su hermana pequeña, La 2. El maratón de Cachitos de hierro y cromo superó las expectativas. Y fue perfecto para propiciar el asombro y los comentarios durante la cena y el cotillón. Porque demostró el éxito de aquella creativa televisión pública de nuestra historia, la TVE que nos parió. La que no tenía miedo de crear y arriesgar. Aquella televisión imaginativamente eléctrica que nos hizo apasionarnos tanto por la televisión.

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El fallo garrafal de Canal Sur durante las Campanadas: los andaluces se quedaron sin uvas (VÍDEO)

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