OPINION

El terrorismo del siglo XXI: el terror emitido en directo y en multicámara

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Los atentados del 11 de septiembre fueron retransmitidos, en directo, a todo el mundo. Se produjeron en la hora en la que los tradicionales programas 'despertador' de USA emiten desde Nueva York. Rápidamente, las cámaras se dirigieron al World Trade Center. Hora punta matinal en Estados Unidos y, también, en Europa, con los informativos de las tres de la tarde en marcha. El mundo vivía en directo, vía satélite, la caída de las Torres Gemelas.

Han pasado más diez años y el terrorismo ya se empieza a emitir en alta definición. El Estado Islámico rueda sus ejecuciones con la última tecnología. Incluso microfona a los asesinados. Saben la importancia de los medios de comunicación tradicionales y, también, conocen la fortaleza de las ventanas que se crean a través de las redes sociales para mostrar su poder.

Esta semana ha sido trágica en Francia. La masacre al semanario satírico Charlie Hebdo ha evidenciado que en un suceso como este, de tan terribles dimensiones, los medios de comunicación conviven prácticamente con las fuerzas de seguridad.

Todos los sucesos acontecidos tras el primer ataque se han grabado desde diferentes ángulos, con constantes emisiones en directo, casi minuto a minuto, y a pocos metros del lugar de los hechos. Las nuevas tecnologías permiten transmitir imágenes sin necesidad constante de tirar de los costosos satélites. En España ya no existe CNN+, pero ahora se hace más que nunca realidad su emblema 'está pasando, lo estás viendo'.

La operación de la Policía francesa, que ha acabado con la vida de los dos hermanos que perpetraron la masacre del miércoles y su colaborador que se atrincheró en un supermercado judío, se ha contado con señal en directo desde los lugares de los hechos. Y en multicámara. Casi como un formato de tele-realidad. Es el periodismo en tiempo real que ya no sólo llega a los espectadores por los canales tradicionales de información continua, que en algunos casos ni reaccionan a tiempo. Las imágenes se distribuyen también y más rápidamente por Internet, incluso a través de Youtube. El usuario puede informarse con diferentes señales y punto de vista a la vez. Es más, siempre aparece algún vídeo que registra parcialmente todas las desgracias actuales. Es una característica del individuo de nuestro tiempo cuando le toca ser testigo de algo extraordinario: ya no solo lo ve, sino que lo graba con su móvil.

El reto de los profesionales del periodismo de hoy (y mañana) está, por tanto, en fortalecer sus reflejos para que, con las nuevas posibilidades de acceso a una avalancha de imágenes, se sepa ordenar y digerir la información sin caer en la especulación tremendista que muchas veces contagia la trepidante emisión en vivo. Porque lo ocurrido en Francia no ha sido una película, aunque lo pareciera por momentos, sino una estremecedora realidad. Y por ello hay que evitar especialmente que los medios se conviertan en transmisores de miedo y pánico, evitando traspasar la línea del espectáculo que termina con el periodismo riguroso, honesto y critico.

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