OPINION

El problema de TVE con Eurovisión: cuando parece que la elección del representante sólo es un trámite

edurne en torrespaña
edurne en torrespaña

Edurne ya es representante de España en Eurovisión 2015. Su entrada a la competición del festival, que enfrenta a las cadenas públicas europeas, se ha anunciado esta mañana en una rueda de prensa que no ha desvelado la principal materia prima de la candidatura: la canción. Como si todavía no estuviera cerrada del todo la producción de la composición. Sólo sabemos que se llama Amanecer y que la letra es completamente en español. Por lo demás, más suspense.

Eurovisión es un acontecimiento televisivo. Un fenómeno que rompe audiencias y que, en los últimos años, TVE no ha sabido o querido aprovechar. La temporada pasada la gala de preselección no funcionó en cuota de pantalla, pues se cayó en el tópico de pensar más en los eurofanes que buscar el interés del público masivo a través de un espectáculo global, que aprovechara las ventajas de las redes sociales, con voz y voto, más allá de un hashtag y un trending topic.

Así que este año no ha existido ningún formato para la preselección. Se ha preferido ahorrar, sin gala. A pesar de que abrir democraticamente el concurso también supone un acercamiento de la televisión pública a los jóvenes, una estrategia de marketing que necesita ahora más que nunca RTVE, con unas nuevas generaciones que no han conocido sus épocas más creativas.

En este sentido, sería una buena herramienta recuperar los procesos de selección a través de las plataformas online. Con este sistema, la audiencia se siente partícipe y, de esta forma, la compañía alimenta una valiosa percepción de cadena más cercana y abierta.

Y es que TVE podría estirar las audiencias de Eurovisión durante los meses previos. Pero, desde Operación Triunfo, la falta de formatos sólidos y atrevidos lo ha impedido.

En cambio, el oscurantismo y variabilidad en torno a la selección interna impide a los artistas organizar una estrategia durante el resto del año para poder presentar propuestas competitivas y diferentes. De ahí que lleguemos a las ruedas de prensa sin tener lista la canción para poder ser escuchada. Como sería lógico.

Tampoco ayuda el desconocimiento que, a veces, se evidencia desde las ruedas de prensa de TVE con dudas que deberían tenerse muy claras desde hace décadas. ¿Cómo un responsable de la cadena no sabe lo que es el #Eurovisióninconcert, concierto clave para dar a conocer los temas de los diferentes países?

Ese es el punto más débil de Televisión Española, que evita potenciar sinergias con otras cadena competidoras. TVE parece no congeniar demasiado con las demás televisiones, ni con la UER. Esto dificulta intercambios promocionales que son imprescindibles para generar ‘points’ en países que tradicionalmente nos rehuyen por el juego de afinidades que tan bien controlaba José Luis Uribarri.

Ucrania consiguió ganar en 2004 por una gran estrategia publicitaria. Incluso las buenas posiciones que alcanzaron Rosa (2002), Beth (2003) o Ramón (2004) fueron fruto del eco de Operación Triunfo en el Canal Internacional, tanto en el colectivo inmigrante como en el de interés por el de habla hispana.¡Alemania nos dio un 12!. Ruth Lorenzo supo de  la importancia de este camino.

Hoy, en cambio, Edurne evidenciaba no tener una agenda marcada. Todo parece quedarse en mero trámite, estancado en el tiempo. Y los tiempos han cambiado. No hay riesgo, y desde la apuesta por la selección abierta por MySpace, en 2008, tampoco ha existido un recambio generacional en las ideas que mueven Eurovisión.  El viejo 'ente' confía en gurús que han dado resultado o tienen nombre en la profesión (este año, el productor y autor lo fue con Pastora y es básicamente un experto en el Festival) o managers con prestigio, pero falta la visión que entienda a Eurovisión desde la perspectiva de show televisivo completo que propulsa la imagen de marca de TVE, dentro y fuera de nuestras fronteras. 

El futuro de Eurovisión, como el de la propia televisión pública, pasar por el riesgo. Transmitir riesgo en creatividad, coreografía, escenografía y tecnología audiovisual. Porque Eurovisión no es sólo un concurso musical, es un gran espectáculo televisivo. Y eso no se nos puede olvidar. De hecho, en su última edición, la emisión de la UER de Eurovisión consiguió mostrar el lado más apasionante y complejo de la televisión: el instinto del espectáculo en su máxima expresión, donde se juega con los sonidos, la puesta en escena, la realización y, por supuesto, la música. La televisión que avanza, intenta innovar, cree en la personalidad propia y que logra el mejor ejercicio: disfrutarse en compañía.

 > Puntos fuertes y débiles de Edurne para Eurovisión

Y ADEMÁS…

La historia de España en Eurovisión, de un vistazo

5 horteradas que no cometerá Ruth Lorenzo en Eurovisión 2014

5 errores que no debe cometer TVE en su candidatura a ‘Eurovisión’

Análisis televisivo del último Eurovisión

Errores y aciertos de la preselección de Eurovisión que ganó Ruth Lorenzo

Mostrar comentarios