OPINION

Los políticos y la televisión: ¿es más eficaz hablar en 'El Hormiguero' que en el Congreso?

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Uno de los shows de entrevistas más icónicos de la historia de nuestra tele, Lo + plus, tuvo una regla básica en sus primeros años de existencia: no invitar a políticos. Aunque a los propios políticos no parecía importarles demasiado esa regla de juego, pues los líderes de los partidos españoles siempre han tenido cierta fobia a los shows de entretenimiento de la pequeña pantalla. No se salían del guion de la visita al programa informativo.

Pero ese miedo ya se ha ido perdiendo. Muy poco a poco. Y, ahora, es cuando está siendo más habitual que los políticos pisen platós de entretenimiento e incluso se atrevan a subir literalmente a lo alto de molinos de viento con el aventurero Calleja. Otra de las citas obligadas es El Hormiguero. Pedro Sánchez, Rosa Díez o Albert Rivera, anoche, han pasado por la mesa en la que se esconden Trancas y Barrancas. A Pablo Motos se le resiste Rajoy. Aunque, cuidado, estamos en el arranque de una precampaña que se jugará en la tele.

El auge de Pablo Iglesias está empujando a las formaciones políticas a buscar nuevas vías de acción. Las redes sociales son cruciales, pero más aún la televisión que todavía es el medio de masas por excelencia. Y determinados líderes buscan programas complementarios a los de Telediarios y tertulias. El Hormiguero es perfecto al mostrar el lado más próximo, amable e inaudito del propio protagonista. Al final, una parte del público se identifica más con la causa de un político que demuestra cercanía apareciendo en shows de competitivas audiencias. Como hacen las estrellas de Hollywood.

¿Es, por tanto, mejor hablar en El Hormiguero que en el Congreso? Es eficaz para ampliar votantes, pero no es siempre es efectivo para fortalecer la credibilidad como político. Los estrategas del marketing de la política deben encontrar el punto exacto en el equilibrio de la participación en el entretenimiento catódico para no desvirtuar la imagen de su líder. En ocasiones, se corre el peligro de que no calen las propuestas políticas de fondo para sólo comentarse los programas a los que acude el líder de turno. No es el caso de Albert Rivera que sabe utilizar los engranajes de la televisión en su medida. Y El Hormiguero le sirvió para ganar confianza. Aunque fuera con un debate frívolo. Cosas del show business.

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