OPINION

De 'Estudio 1' a '7 Vidas': la televisión creció con Amparo Baró

amparo baro estudio 1
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Alcanzó la gran popularidad gracias a su personaje en 7 Vidas. Una roja experta en dar collejas que nos creímos con una naturalidad apabullante. Eran los noventa y, por primera vez, la televisión en España intentaba realizar una telecomedia a la norteamericana. Incluso con público presente en plató que se reía en directo con una radiografía, algo insolente, del tiempo que nos tocaba vivir. Y ahí estaba Sole, convertida en la abuela más progre del país gracias a la habilidad de Amparo Baró, pues era de esas experimentadas actrices que otorgaba un carácter especial al guion.

Se notaba que se había curtido en el largo recorrido de las tripas de la televisión. De hecho, su carrera catódica comenzó en el Estudio 1 de Prado del Rey. Allí, había participado en numerosas de las obras de teatro que adaptó la televisión pública: 50 años de felicidad, Bonaparte quiere vivir tranquilo, La casa de Quirós, El barón o Los aleluyas del señor Esteve fueron algunos de los Estudio 1 que participó cuando TVE aún era pura artesanía.

7 vidas tenía un poco de aquel Estudio 1. Aunque con más color.  Y también del teatro, que fue la gran casa profesional de Baró. Ese lugar al que siempre regresas. porque sobre el escenario, decía, es donde se siente esa complicidad real con el público. Su último gran trabajo fue ahí, sobre las tablas, con Agosto, la tremebunda historia de una familia tocada por la locura que tantos reconocimientos dio a la actriz. En este montaje, volvió a compartir escena con Carmen Machi, inolvidable compañera de 7 Vidas.

Y será con ese personaje de 7 vidas, la roja Sole, con el que más le recuerde la audiencia. La abuela transgresora que caló fuerte. Aunque también vimos a Baró en otras míticas producciones como El Internado, Farmacia de Guardia, Hasta luego cocodrilo o Historias para no dormir bajo las órdenes del maquiavélica imaginación de Chicho Ibáñez Serrador.

Cine, teatro y televisión. Con la muerte de Amparo Baró se va una actriz que derribó trincheras, tan diferenciadas antaño, entre el cine, el teatro y la tele. Entre el drama y la comedia. Una maestra de un oficio que, en sus últimos trabajos, evidenciaba el temperamento de la profesionalidad de aquella cantera de actores que arrancó la televisión en España. Cuando no existían sueldos millonarios ni famas estratosféricas. Solo horas de trabajo, estudio y esfuerzo.

La televisión empieza hoy a caminar sin Amparo Baró, una actriz que conoció la historia de la pequeña pantalla desde sus inicios más rudimentarios, hace cincuenta años, en un recién inaugurado Estudio 1, hasta la edad de oro de los noventa con la llegada de las privadas y la implantación de los nuevos métodos de fabricación en cadena de series. Cambiaron las formas, pero nunca lograron cambiar el fondo: esos actores que se salen de la norma y que sólo con un simple gesto emocionan. Esos actores de los que siempre hay que seguir aprendiendo.

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