OPINION

La crisis de las cadenas públicas frente el auge de la autonómica catalana

tv3 el convidat
tv3 el convidat

El sector de la televisión pública en España vive una crisis de audiencias que se suele achacar a la segmentación de públicos tras la implantación de la TDT. Pero lo cierto es que este argumento pierde peso cuando se observa el liderazgo en contenidos que mantienen cadenas como la autonómica catalana TV3. Aunque lo pueda parecer, la identidad nacional que ha protagonizado la actualidad de Cataluña en los últimos tiempos no es la causa más importante de la fortaleza de esta televisión. Sólo es un factor más.

A diferencia de TVE u otras televisiones públicas, TV3 ha mantenido su esencia de cadena con entidad de proximidad, donde la audiencia se siente reflejada. Y ahí está la clave de que aún se encienda en casas y bares frente a emisoras homólogas, como Telemadrid o Televisión Castilla La Mancha, que se han apagado en ideas por un control férreo de diferentes gobiernos.

TV3, a pesar de estar bajo el paraguas de un momento político sin precedentes, pertenece a la estirpe de televisiones autonómicas que mantienen su razón de ser. No es la única. ETB, Aragón TV o la televisión asturiana también continúan en esta línea. No obstante, el caso de TV3 es el más nítido por ser una compañía de grandes dimensiones y por su gran implantación social. Porque mientras que la mayoría de las cadenas públicas se han centrado en la producción de programas intercambiables, sin una personalidad clara para el espectador y sin una cercanía transparente, la Televisió de Catalunya ha mantenido, imperturbable, su apego a la vida local.

La semiprivatización de muchas televisiones autonómicas, cediendo la producción a productoras afines, ha eliminado esa proximidad autóctona espontánea para favorecer un cercanía artificial en muchos programas, y eso el espectador lo capta. En cambio, TV3 no se ha centrado en formatos de reporterismo clónicos o en informativos obsesionados con inauguraciones de rotondas. Los programas de la autonómica catalana están arraigados en la calle. De hecho, la programación está salpicada de imágenes, en directo, que graban cámaras situadas en puntos claves del territorio. El canal, así, transmite la percepción de que se encuentra siempre en los lugares más emblemáticos de la comunidad.

Además, en la parrilla hay hueco para las entrevistas plurales, los documentales que realizan radiografía del tiempo actual, el deporte y los magazines participativos. Incluso salen a exteriores, en programas como Divendres, realizando secciones en epicentros ciudadanos o emblemáticos, haciendo sentir a la audiencia más cómplice aún.

En ese sentido, TV3 mantiene sus pilares estructurales con un daytime consolidado a través de un serial, La Riera, que se mantiene inmutable durante años, y con un concurso cultural. El Gran Dictat, que enseña vocabulario al mismo tiempo que opta por una puesta en escena moderna que no espanta a los más jóvenes.

El humor crítico de Polonia, El Foraster (sobre pueblos de Cataluña), programas de cocina desde los mercados o El Convidat (entrevistas desde lugares cotidianos de personalidades populares -en la foto de arriba-) cuentan con gran éxito. La identidad es lo que da audiencia y también personalidad a una emisora que transmite, en cada minuto, el valor de estar a la vuelta de la esquina de tu región, en una red de canales que no olvidan la importancia de reflejar la cultura con espacios de calidad que no temen innovan en los lenguajes audiovisuales. Y eso no sucede en todas las cadenas públicas.

Eso sí, TV3 ya no es tan vanguardista como antes. Probablemente, se ha visto sumergida en el torbellino que cree en la independencia y que inunda casi todos los estamentos catalanes, pero, a pesar de las circunstancias, sigue sabiendo hacer televisión con mirada propia, intentando esquivar, a veces con dificultad, otras con sencillez, los sentimientos subjetivos latentes. Aunque, a diferencia de otras cadenas que deberían ser más fuertes y grandes como TVE, la catalana logra mantener una parrilla consistente porque entiende el significado de base de una televisión pública: conectada con su público, sin miedo a los espacios con periodistas con personalidad, con el ojo puesto en las nuevas generaciones y abierta, en cierta medida, a la creatividad. Aprendiendo de su pasado, pero sin reproducir (mal) roles caducos de otras etapas. De ahí que mantenga su audiencia.

Ahora solo falta que no pierda esa perspectiva del vanguardista canal público plural que fue, conocedor de sus prioridades y sus circunstancias. Así debe seguir siendo. Si el extendido y solemne sentimiento de televisión nacional creciente se lo permite.

Y ADEMÁS…

¿Cómo es la tele pública que nos merecemos?

Cuando la política no entiende la esencia de la televisión pública

¿Tienen sentido las televisiones autonómicas en la actualidad?

¿Manipula TV3 a favor del independentismo?

TV3 huye de los errores de TVE en su debate electoral

6 programas que TVE no emitiría hoy

Cuatro programas de entrevistas para entender la TVE de los 80

¿Cómo frenar el desprestigio del Canal 24 Horas?

Mostrar comentarios