OPINION

Cómo convertir en dinero tu propia mentira en Twitter gracias a la TV

monroy oscars
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Sonia Monroy no estuvo en la alfombra roja de los Oscars. Sin embargo, se convirtió en trending topic. Pero no un trending topic cualquiera, no: trending topic mundial. Las españoles tuiteros se unieron rápidamente al gag. Porque era, evidentemente, un gag. Daba igual si estaba de verdad o no en ese lugar. Se trataba de la última ocurrencia de un personaje de la guasa nacional. Y los medios se hicieron eco de la noticia. Paren las rotativas, ¡Sonia Monroy en los Oscars! O no, pero ¿qué más da? Esta peculiar información, este inigualable chascarrillo cañí, se contagió por la red con un poder del que parecía difícil escapar.

Y es que determinados personajes logran con una asombrosa sencillez el trending topic. ¿El motivo? Se han convertido en la diana de la parodia nacional. Como el mítico programa de Antena 3 que presentaba el gran Constantino Romero, pero en formato cibernauta.

Jordi Hurtado, Mariló Montero... o Sonria Monroy son ejemplos de personajes que, a la mínima, se cuelan en el Top 10 de Twitter. Y Monroy tenía claro que para arañar un Sálvame Deluxe, debía llamar la atención, una vez más, sobre su prefabricada estancia en la meca del cine.

Así, se fue un día antes a los ensayos de la alfombra roja de los Oscars, se puso un vestido absurdo, compuesto por una bandera de España, y listo. Sólo hizo falta merodear por una zona con un telón de fondo que diera el pego, pero que ni se parecía, en nada, a la alfombra roja real por la que pasaban las estrellas de Hollywood en directo. Pero ella se lo coló al universo de Twitter. Ella misma compartió su fotografía. Y, por si fuera poco el gag, enredó la trama conspiradora añadiendo que había sido expulsada del 'sarao' por ir con su bandera estatal cual falda.

La buena de Monroy, intérprete del clásico tema musical "te digo ven, ven, ven, haces bang, bang, bang", sabía que de esta forma conseguiría, como mínimo, una entrevista remunerada en Sálvame Deluxe. Así fue. Sólo cinco días después de los Oscars, estaba sentada en el Estudio 1 de Telecinco con Jorge Javier Vázquez. Allí sí que le pusieron una gran alfombra roja. La alfombra roja, de pacotilla, que se ha ganado por sus pocos escrúpulos: el "todo vale" por estar en el candelero (candelabro, para Sofía Mazagatos).

Después de Sálvame, Monroy ha pasado por emisoras de radio e incluso por el formato supuestamente más serio Espejo público de Antena 3, en el que hasta se atrevió a arremeter contra el delicado caso de Anna Allen, la talentosa actriz de Cuéntame que, probablemente mal aconsejada y desvirtuando la realidad, ha estado realizando montajes a través de sus redes sociales para hacer creer a sus seguidores que estaba triunfando en Estados Unidos.

Esta chica se ha intentado subir a mi carro. Me parece mucha casualidad que se hable de ella y se haya descubierto que se ha inventado su vida durante un año, justo cuando ha sido mi boom”, ha sentenciado Monroy, utilizando en su paripé (en su "boom") un tema completamente diferente y que hay que tratar con una especial sensibilidad, pues se sale del chascarrillo, al menos hasta que se sepa algo más del caso.

Sin embargo, Monroy no duda en echar más leña al fuego. Porque no diferencia. Ha crecido en la televisión que premiaba el montaje sin demasiados escrúpulos. Esa estirpe de hijos de Tómbola, que creen que todo vale para mantenerse en su fama de corchopán. Y además piensan que todos son como ellos y que si puede lograr otro enfrentamiento extra mucho mejor. Pero no, no todos son como ellos. Y hay asuntos más complejos, como aparentemente más complejo es lo ocurrido con Anna Allen.

Pero, lejos de verdades o mentiras, de esta forma, se evidencia el poder que tienen algunos personajes para que los usuarios de las redes se sumen en masa al chiste, aunque sea evidente que lo que se cuenta es falso. Logran el retuit asegurado. Más aún cuando se trata de una "estrella" del chascarrillo como Monroy. Entonces, terminan pisando platós, previo cobro de su importe, y los medios entran al juego del pseudoartista por aquello de que acarrea audiencia fácil, rápida, barata y muy surrealista. Caen en la propia trampa tendida por su entrevistado.

Parece que nos reímos del personaje pero, en realidad, es el personaje el que se está riendo de todos. Y, además, haciendo caja.  ¿Es que somos demasiado simples en algunos aspectos? ¿Nos puede la tiranía de la gracieta en Twitter (y en el periodismo ansioso de viralidad) mientras que asuntos mucho más necesarios pasan desapercibidos? ¿Estamos ávidos de noticias tontas que alivien el peso de las noticias desoladoras? Preguntas sin respuesta en el arrollador show del pseudofamoseo.

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