OPINION

6 obstáculos que sufre diariamente un periodista de informativos

presentadores informativos
presentadores informativos

La censura. La autocensura. La manipulación. La línea editorial. Estos cuatro términos básicos planean cuando se habla de los servicios informativos de nuestras diferentes cadenas. Sin embargo, el periodista se enfrenta a diario a otros obstáculos a la hora de afrontar su trabajo en plenitud. Desgranamos seis trabas principales que sufre un informador de base.

1. La transparencia.

Aún queda mucho recorrido para que las instituciones confirmen o faciliten datos. No existe un cambio de actitud real. Falta que los organismos ayuden en lugar de poner cortapisas al periodista. También, es crucial que exista mayor cooperación de las agencias de comunicación, de las que depende, cada vez más, el flujo de información de las empresas hacia los medios.

2. La instantaneidad.

En un sistema donde lo que prima es la rapidez, las noticias se cocinan con una velocidad que puede propiciar una superficialidad a la hora de tocar los temas. No hay posibilidad, por tanto, de construir enfoques que clarifiquen contenidos más complicados, como pueden ser conflictos internacionales, procesos judiciales, la deuda griega... Como resultado: el público no entiende el trasfondo de los asuntos. Se queda en el problema, sin profundizar en causas y consecuencias. Incluso, en ese torbellino del día a día, los presentadores terminan leyendo teletipos con un lenguaje técnico que no conecta con sus receptores, los espectadores. Al final, la inmediatez se olvida de la intención comunicativa: explicar pensando en el que escucha.

3. El examen del audímetro.

La batalla de las audiencias también afecta a la elección de temas de los servicios informativos. Existen asuntos cruciales que, sin embargo, no venden. Y el informativo de turno no quiere arriesgarse a que el espectador cambie de canal. Por ejemplo, la cultura interesa menos frente a noticias efectistas, morbosas o curiosas que sí impulsan el share. Los editores deben hacer un difícil equilibrio para que no se pierda lo realmente importante en la cuerda floja de lo que 'enamora' al audímetro. A lo que hay que sumar la dificultad añadida de la escasez de tiempo para explicar y desarrollar adecuadamente los temas. Un reto del que no siempre se sale airoso.

4. La influencia de Twitter y Youtube.

En la búsqueda del titular espectacular, que dispara la cuota de pantalla, se está perdiendo rigor informativo al emitirse informaciones que surgen de la viralidad de las redes. Sin pasar por los filtros necesarios. El periodismo es clave para digerir con criterio ese caos de Internet. Es su función primordial. Su razón de ser. No convertir tuits o vídeos de gatitos en noticia a la primera de cambio.

5. La falta de mirada propia.

La vorágine de ritmos de trabajo, en que se mueven las dinámicas de los actuales servicios informativos, propicia que no existan prácticamente noticias propias. Todos los 'Telediarios' se parecen demasiado. Son casi un calco. Se centran en los mismos temas, no crean enfoques que se sumerjan en análisis de fondo, respondiendo cuestiones que escapen de la agenda preestablecida, que analicen contextos... que vayan más allá de ese titular clónico en cada canal. Los informativos no apuestan por la investigación real ni las exclusivas. No cuentan con temas propios.

6. La precariedad.

Los sueldos son cada vez más precarios, las redacciones más reducidas y, en determinados horarios (matinales o fines de semana), es imposible cubrir con eficacia todas las necesidades. También han disminuido los corresponsales. Se prefiere tirar de periodistas 'freelance', jóvenes, mucho más baratos. Pero con una contraindicación: no cuentan con la experiencia que otorga la perspectiva necesaria para deglutir lo que pasa fuera y cómo nos afecta. En definitiva, de nuevo, la importancia de saber poner la diana en el enfoque crucial y no en el encuadre superficial.

La precariedad laboral en la que se ha ido sumergiendo la profesión, junto a la pérdida del valor de la experiencia (que, en muchos casos, olvida la necesidad del intercambio de saberes entre generaciones y menosprecia la veteranía) afecta a la esencia del periodismo. Un periodismo que no cesa en crecer, aprender y avanzar en un tiempo sin demasiado tiempo para valorar la importancia de crecer, aprender y avanzar.

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