OPINION

El debate electoral andaluz de TVE o cómo parecer un viaje al pasado de 'El Ministerio del Tiempo'

Andalusia's regional government president and Socialist Party (PSOE) candidate, Diaz, and opposition Popular Party leader (PP), Moreno Bonilla, shake hands next to opposition United Left leader (IU) Maillo pose for pictures before a televised election deba
Andalusia's regional government president and Socialist Party (PSOE) candidate, Diaz, and opposition Popular Party leader (PP), Moreno Bonilla, shake hands next to opposition United Left leader (IU) Maillo pose for pictures before a televised election deba
Andalusia's regional government president and Socialist Party (PSOE) candidate, Susana Diaz (R), and opposition Popular Party leader (PP), Juan Manuel Moreno Bonilla (L), shake hands next to opposition United Left leader (IU) Antonio Maillo pose for pictu

Anoche los andaluces tuvieron que ver más tarde de lo normal El Ministerio del Tiempo. Aún así, la ficción de La 1 subió hasta un 14 por ciento de share y 2.929.000 espectadores. Buen dato, a pesar del retraso de la emisión en Andalucía que se produjo porque TVE decidió programar, en esa misma franja, el debate electoral 'a tres'. En vez de por La 2, como se hacía tradicionalmente, o directamente en el Canal 24 Horas, que debe ser el hábitat natural para este tipo de acontecimientos.

Se optó por La 1 y el encontronazo entre Díaz, Moreno y Maíllo ha sido visto por un 12,8 por ciento de cuota con 493.000 espectadores. También buen resultado. Así que, visto lo visto, tal vez se escogió este prime time porque el propio debate electoral ha supuesto en sí mismo una teletransportación a un mundo, televisivamente hablando, añejo.

En épocas en las que estamos acostumbrados a ver, en televisión, debates vivos y con unas escenografías que favorecen el espectáculo de la información, este especial de las Elecciones Andaluzas 2015 supuso un flashback al ayer. 30 años antes, por lo menos.

TVE se inclinó por un debate con una puesta en escena obsoleta. Los candidatos se encontraban en un set con una iluminación tosca (que no les favorecía), con claustrofóbico suelo negro (que no les favorecía) y con unos improvisados fondos detrás de sus figuras, a modo de paneles opacos, sin la transparencia, luminosidad y profundidad necesaria para un prime time (que no les favorecía). De hecho, estas placas, recordaban más a una cadena local recién nacida que a una cadena pública en pleno 2015.

Ni se jugó con la luz ni se aprovechó la tecnología que dispone TVE para hacer más atractivo el empaquetado de este especial. Al contrario, se optó por unos rótulos bastos, unos fríos encuadres de cámara, tan pactados como aburridos, y unos cronómetros sobreimpresionado que terminaban por romper la esencia de la imprevisibilidad de un debate. Por suerte, sí existieron las interrupciones que dotaron de interés al enfrentamiento dialéctico.

No obstante, de nuevo, el debate, a nivel televisivo, recordó más a un cara a cara soviético en plenos años ochenta que a un vanguardista choque de discursos consciente de su tiempo.

Los partidos políticos no ayudan, al atar demasiado los temas y los tiempos. Tampoco la actual TVE, que no lucha para modernizar estos encuentros y apostar por rostros de mayor perfil periodístico para incidir en los temas que importan al espectador y que no se desmadre la tertulia en la batalla de los mensajes 'publicitarios' cocinados en los fogones de los asesores del marketing político. De esta forma, los candidatos se quedan en el guion preestablecido del mitin catódico antiguo, mirando más a cámara que a los ojos de sus adversarios. Porque, anoche, El Ministerio del Tiempo cruzó una puerta al pasado que habría sido mejor cerrar.

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