OPINION

'Gran Hermano': el formato que desvirtuó sus reglas y prohibiciones por su propio bien

juzgado gran hermano vip belén esteban juez
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Gran Hermano es un gran éxito de audiencias. No sólo en su edición tradicional con personajes anónimos, la actual versión VIP ha triunfado con datos que ni en la propia cadena se esperaban.

La participación de Belén Esteban ha sido un valor seguro. También el guion que construye cada gala, pues logra resumir la convivencia con maestría, dibujando tensión y emoción como si fuera un adictivo culebrón. Asimismo, los responsables del show saben crear pruebas que gestan más conflicto durante la emisión en directo. Ya sea un conflicto cómico, trágico o tragicómico.

Así, anoche, se recreó una sala de juicios, al más puro estilo de aquel espacio llamado Veredicto, que presentaba Ana Rosa Quintana. En este particular tribunal de GH, se realizó otro programa paralelo: un juicio a los concursantes en el que el propio público, a través de una aplicación, dictaba sentencia. Sólo faltaba un polígrafo. Y es que GH ya no se diferencia tanto de otros espacios de la cadena.

De nuevo, el equipo de Gran Hermano, con vuelcos de guion como la creación de un juicio televisado, sabe propiciar e incentivar tramas para que se mantenga viva la llama del choque de personalidades en la casa. Porque la pelea es el motor de este programa que aúna muchos géneros: culebrón, talk show, concurso, debate, comedia, espectáculo, cotilleo, sorpresa, documental y, sobre todo, realidad. Y la realidad siempre es un plus de éxito en televisión.

Pero esa fórmula de manejar la realidad no es infinita. De hecho, para evitar el desgaste de audiencias se han roto normas básicas del programa en sus orígenes, como el aislamiento completo de los concursantes, que debían permanecer sin noticias ni irrupciones del exterior.

Esto actualmente es mucho más relativo. Los concursantes ya tienen información del exterior cuando interesa al programa, lo que desvirtúa las reglas básicas del juego del formato. Pero es que el Gran Hermano de hoy ya no es el Gran Hermano de 2000. Ha evolucionado. La audiencia cada vez pide más. Está más resabiada, es más visceral.  Para seguir sorprendiendo tocaba romper las reglas que constituían los mimbres del éxito de los primeros años del reality. Ya se sabe, renovarse... o morir.

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