Heidi ha vuelto a la televisión. Pero no es la misma Heidi: ha perdido autenticidad. Es más fría, es menos expresiva.
Los niños ya no soportan los dibujos tradicionales, planos, en dos dimensiones. Incluso Disney ha clausurado su factoría animada tradicional. Así que Canal Panda ha apostado por la emisión de la nueva versión de Heidi, creada en tres dimensiones, como mandan los cánones del disfrute de las nuevas generaciones.
Los estudios televisivos sentencian que los niños de hoy no conectan con las producciones más artesanales. Los efectos digitales son su universo. También se ha aligerado parte de la carga dramática de la ficción. Menos drama, más optimismo.
Pero es curioso como las nuevas tecnologías han apagado la autenticidad de Heidi, su abuelo y Pedro. Autenticidad que sí transmitía la serie original que estrenó TVE hace justo cuarenta años, en 1975, producida por la compañía japonesa Zuiyo Eizo y la cadena alemana ZDF.
El 3D ha restado fuerza del personaje. Los dibujos de los años setenta eran más humanos, más genuinos. La nueva Heidi desprende artificio. Tal vez porque cada uno de sus movimientos no han sido plasmados por las manos de un dibujante, con aquellas imperfecciones de la antigua animación televisiva que debía completar el espectador con su propia imaginación.
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