OPINION

La Sexta: su semana clave para coronar un modelo de negocio televisivo

salvados bar
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"La tercera televisión privada". Así sacan pecho en La Sexta desde que supera a Cuatro en el ránking de audiencias medias. Es, por tanto, la tercera cadena, sin contar a la televisión pública. Aunque, más allá de fríos datos de cuota de pantalla, La Sexta ha sabido construir una marca contundente, que ejemplifica requisitos que debe reunir cualquier canal a la hora de desarrollar una parrilla competitiva.

Tras años endeudada a grandes competiciones deportivas, que encarecían la programación y no terminaban de fidelizar espectadores, la fusión con Antena 3 sentó bien al canal verde. Atresmedia, de la mano de Mario López, figura clave en el desarrollo del sello Sexta, ha sabido entender la esencia de la cadena y utilizarla como campo de experimentación de una televisión de calidad alternativa, complementaria a Antena 3 y afín a un interesante público que se sentía huérfano de contenidos en televisión. Una televisión que arriesga e invierte en formatos propios.

Así, La Sexta fue dibujando una imagen asentada en los cimientos del entretenimiento y el periodismo crítico. En este sentido, ha apuntalado la parrilla con franjas pegadas a la emisión en directo, algo fundamental para consolidarse cualquier cadena como referencia para los espectadores. De hecho, La Sexta, incluso, ha adelantado en horas de emisión en vivo a su hermana mayor, Antena 3. La audiencia tiene la percepción de que si pasa algo está ahí La Sexta para contarlo con sentido crítico. Con capacidad de reacción.

Las horas de directo, por tanto, son más claves de lo que parecen en una televisión competitiva. Dan viveza, nervio... proximidad. Como también lo consigue estar en la calle, realizar los programas desde el exterior, sin la burbuja del plató, ya sea en una conexión en directo con el lugar de la noticia o desde un reconocible bar (a los que es asiduo Jordi Évole para hacer su periodismo en Salvados)

Otro as en la manga crucial es contar con una parrilla ordenada, donde el espectador reciba con transparencia el qué, cuándo y cómo emiten cada producción. La Sexta ha organizado sus productos en la programación y ha definido sus franjas. Sin descuidar las cortinillas de paso a publicidad (muy mimadas), impulsado las promociones y manteniendo los espacios de forma prudencial para que cuajen. Sin volver loco al espectador. Sin estar atados más de la cuenta a las necesidades del canal principal del grupo, Antena 3.

Es fácil encontrar los programas en un canal que cuenta con pilares estructurales claros: Al Rojo Vivo en la mañana, Zapeando/Más vale tarde en la tarde, El Intermedio en la franja telonera del prime time y En el aire con Buenafuente, la comedia exquisita del late night. Todos son programa definidos y fácilmente identificables. Te gusten, o no te gusten. Sabes que están, aunque no los veas. Además, la emisora ha encontrado un perfil de producto de entretenimiento en prime time bastante alternativo: Pesadilla en la Cocina de Alberto Chicote o El Jefe Infiltrado son espacios baratos, de segunda cadena, que logran shares por encima de la media. Tampoco falla el espectáculo de la tertulia con La Sexta Noche o incluso la dirección del canal se ha atrevido a dar al cómico Manu Sánchez un late show propio, El último mono, un programa joven en el domingo de madrugada.

Estos espacios, cada uno con su razón de ser, fortalecen la marca Sexta, que desprende una personalidad que no se parece a nada en nuestro mercado televisivo. Lo que propicia el interés de unos interesantes perfiles de audiencia que conectan con contenidos complementarios que no siempre entran en las grandes cadenas, como Antena 3 y Telecinco, por su obsesión por la batalla sin piedad de las millonarias audiencias. Una guerra, que durante años, ha cortado alas a la imaginación.

Sin embargo, el equipo de La Sexta ha arriesgado con proyectos valientes a la par que sostenibles. Salvados o El Objetivo son ejemplos de programas periodísticos, comprometidos con su tiempo, que han roto moldes de lo que significaba informar desde el prime time de una emisora generalista. Han recuperado la esencia del periodismo de siempre, dotándolo de las nuevas posibilidades tecnológicas e innovando en los nuevos lenguajes audiovisuales.

Esos cambios, que rompen esquemas preestablecidos, no siempre se han sabido entender. De ahí que surjan prejuicios ideológicos o etiquetas propias de trincheras de otra época. Cuando, en realidad, la fortaleza de la fórmula de La Sexta radica en su capacidad por alcanzar la complicidad de un público al que se considera inteligente dentro de un escenario televisivo que se venía caracterizando por lo contrario.

Esa es clave del epicentro del crecimiento de La Sexta. Es el éxito de una televisión que ha apostado por ideas en las que cualquiera no se atreve a apostar. Y, ahora, la cadena sigue ese camino regresando a la ficción a través de Refugiados, una coproducción con la BBC, de la mano de Bambú Producciones (Gran Hotel, Bajo Sospecha, Velvet).

Una serie no apta para cualquier directivo televisivo de España: rodada en inglés, con una duración de menos de setenta minutos y con una oscura trama de ciencia ficción. De nuevo, un producto arriesgado pero sostenible, en cuanto a inversión económica (y al grabarse en inglés con posibilidad de venderse internacionalmente). De nuevo, un producto que marca la diferencia. Lo que puede suponer un impulso definitorio para un canal que empieza a ser más que un canal: un ecosistema con el que se identifica un sector de la población que envidiaba sobremanera la televisión extranjera.

La producción propia de Refugiados, esa posible guinda para coronar el modelo de negocio de La Sexta, llega el jueves con un lanzamiento multicanal: en todos los canales de Atresmedia, que arropan el estreno. Si funciona, será un importante avance para una compañía que ahora necesita más formatos de entretenimiento que conecten con targets de audiencia más jóvenes (jugosos para los anunciantes). Pero que ya ha asentado los pilares de una competitiva televisión generalista que intenta crecer al ritmo que marca el futuro de su propia sociedad.

@borjateran

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