OPINION

La Sexta lidera las audiencias de la noche electoral: así lo ha conseguido

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La cadena verde se consolida como referente informativo, mientras que la pérdida de credibilidad de TVE lleva a la cadena pública a no superar el diez por ciento de share (8%).

En la última década, la televisión ha dado un giro a las retransmisiones de las noches electorales. Ahora la tecnología juega a favor: para organizar con claridad la información con grandes gráficos, algunos en formato de realidad virtual aumentada, dando la sensación de que los resultados crecen alrededor del presentador.

Y anoche, todas las cadenas, con mejor o peor resultado, apostaron por dar ese toque efectista a sus infografías. Sin embargo, sólo una no se perdió en aspavientos y fue por delante a la hora de fusionar lo mejor del espectáculo televisivo con el periodismo más vivo. Esa cadena fue La Sexta.

Como si fuera un carrusel deportivo y con escenografía de show nocturno norteamericano (con varios haz de luz dando movimiento al decorado de Al Rojo Vivo), el tándem Antonio García Ferrera y Ana Pastor supo enfocar la información sin rodeos.

Con un intenso ritmo que no daba cabida a la dispersión. Ni de los periodistas, ni de los contertulios, ni del propio espectador. Los datos eran los protagonistas gracias a unos gráficos que, a diferencia de otras emisoras, no se liaron en representar porcentajes en diseños de tradicionales gráficos de tartas o barras. Simplemente, en una jornada con tan diverso resultado autonómico y local, el dato de cada partido aparecía escrito de forma visualmente sencilla en pantalla, junto con el número de corte que se necesita para alcanzar la mayoría absoluta.

Esta información, sobreimpresionada, que se introducía o modificaba con un ligero movimiento digital, se mantenía en la parte izquierda de la emisión, constantemente, propiciando así que el espectador sienta la emoción de vivir el escrutinio en directo, casi en tiempo real.

El programa tampoco olvidó su esencia de formato de prime time. Y utilizó, sin descanso, músicas de fondo para arropar el nervio informativo de una larga noche electoral. Los datos de análisis de los periodistas, que estaban en el estudio de Al Rojo Vivo, contaban con una banda sonora propia; mientras que los políticos, en el plató de El Objetivo de Ana Pastor, tenían otro fondo musical diferenciado.

De esta forma, La Sexta separaba contextos y ambientes. En un programa, que aprovechó las caras reconocibles del canal (Cristina Pardo, Helena Resano, Cristina Villanueva...) como enviadas in situ a la sede de los partidos políticos. Propulsando, así, una cercanía más identificable del espectador.

En este sentido, todo el programa ha aprovechado la realización multipantalla para que la audiencia tuviera la percepción de que no se iba a perder nada. Incluso aguantando varias señales a la vez o dejando 'pinchadas' cámaras en epicentros de la actualidad en los que aún no sucedía nada. De esta forma, la audiencia sabía que en cualquier instante, si pasaba algo, en ese lugar, La Sexta ya estaba. Como sucedió con la salida de la líder de Ahora Madrid, Manuela Carmena, en la Cuesta de Moyano. Durante largos minutos, sólo se veía un escenario apagado. Pero el espectador se quedaba esperando para no perderse la aparición.

Fue el programa político más seguido de la noche con un 16% de share, logrando el minuto de oro a las 22:50 horas con mas de 4 millones de espectadores. A su favor, retransmitía desde una cadena y una franja horaria con un público interesado en la política que ya está fidelizado. Pero, también, el especial elecciones de La Sexta ha entendido los nuevos ritmos y lenguajes audiovisuales. Es más, sabe utilizar los engranajes de la televisión de máxima audiencia a favor de hacer más interesante el periodismo de base.

No se pierde más de la cuenta en gurús y no se obsesiona en grandes movimientos de cámara, se fija en el dato que surge del directo. Lo pone en contexto y, al mismo tiempo, lo contrapone con las fuerzas políticas. Un programa que no se ata a una escaleta cuadriculada en plató. Al contrario, La Sexta realizó un rompecabezas de conexiones, pantallas partidas, entrevistas, resultados. Un vertiginoso programa en el que mandó la imagen, con sus sonidos y sus silencios. Esa imagen en la que no hay necesidad de añadir o explicar nada a un espectador que, a través de lo que ve, sabe juzgar por sí mismo. Y agradece poder juzgar por sí mismo.

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@borjateran

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