OPINION

Antonio José gana 'La Voz 2015': lo mejor y lo peor de la edición en la que brilló Laura Pausini

Laura Pausini La Voz
Laura Pausini La Voz

Antonio José es La Voz 2015. No fue hasta la 1.36 de la madrugada cuando se alzó con el título, tras una eterna gala como táctica para inflar el dato de cuota de pantalla. Así, trasnochando para variar, terminó la tercera edición del talent show de Telecinco. Lo hizo creciendo y avanzando respecto anteriores temporadas. Para empezar, el ganador cuenta con más recorrido comercial que los precedentes premiados, Rafa Blas y David Barrul.

Aunque la gran ganadora moral del concurso es Laura Pausini, que ha arrasado y sorprendido con su instinto del espectáculo. La italiana no se corta, juega, es ella misma y se deja llevar. Incluso en el lado más políticamente incorrecto. Como sucedía con Raffaella Carrá.

En el tiempo que vivimos en España, esta actitud de Pausini hasta nos asombra, pero es problema de nuestra propia televisión, que ha promocionado profesionales tan solventes como anodinos, estancados en la perfección obsesionada con quedar bien con todo el mundo.

Nada que ver con lo que se respira en otras televisiones del mundo o en la historia de la propia pequeña pantalla española, que ha ido involucionando en cartera de rostros carismáticos, tal vez por comodidad de los directivos de los medios. A pesar de ser contraproducente a la hora de dejar pegado al espectador frente al plasma.

En este sentido, el mayor acierto de La Voz ha sido renovar la mitad del jurado con Alejandro Sanz y Laura Pausini (seguimos viciados a la cuota andaluza, pues sube el share a golpe de olé). Acierto las incorporaciones, porque  los coaches son el alma clave de este formato que, en su tercera temporada, se ha mantenido como hermano menor de las ediciones internacionales.

Y es que La Voz España sigue siendo cutre visualmente. La realización es mala, no va al ritmo de la música (de hecho, esta noche se olvidaron de enfocar a uno de los dos de Estopa, José Manuel, que fue ninguneado en el primer tema) y la puesta en escena parece sacada de una rococó discoteca de carretera.

Pero no, es un prime time, con audiencias millonarias, que no deja en el lugar que se merece a la historia de la televisión en España, en general, y a la de Telecinco, en particular, con largo curriculum de musicales espectaculares. Desde la época de Valerio Lazarov, como director del canal, hasta las brillantes galas de Operación Triunfo. Con puestas en escenas, con vibrante sonido, iluminación y realización, que siguen siendo vanguardistas vistas hoy.

Sin embargo, estamos en otro punto. La crisis ha hecho (mucho) daño y no se priman determinados detalles creativos que impulsan más la emoción, pasión e interés de los formatos. No hay tiempo suficiente para ensayar, preparar y crear.

Pero ese debe ser el objetivo para una televisión mejor, que no sea una fábrica de churros, que sea un show completo en forma y fondo. No hace falta dinero, sólo hace falta valorar las ideas y contagiar ilusión a los equipos. Como la ilusión que sí ha desprendido el jurado, los concursantes y el público en el plató del programa en los Estudios Picasso, que ha arropado los directos de esta edición con una energía que traspasaba la pantalla. Laura Pausini ha puesto el resto, animando y trasteando con su mejor valor añadido: esa imprevisible capacidad de consumar trastadas inocentes y cómplices, que no debemos perder a medida que crecemos.

@borjateran

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