OPINION

El grave problema de TV3: la Independencia

junts tv3
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La televisión autonómica catalana, TV3, ha escrito su historia como una cadena pública de proximidad bastante ejemplar en contenidos: cercana e innovadora. Ha sabido ser una alternativa y, sobre todo, reflejar la diversidad de Cataluña.

Aunque, con los años, TV3 se ha ido sobredimensionando, sus programas arriesgan menos y ha cambiando su discurso a la hora de presentarse a los ciudadanos: ha pasado de denominarse televisión autonómica a televisión nacional.

La cadena se ha ido contagiando del mensaje a favor de la independencia, que tanto ha calado en una parte importante de la población. Lo que ha llevado a la compañía a perder cierta perspectiva plural y convertirse en una especie de instrumento para 'el sí', que se evidencia en una programación volcada con la candidatura soberanista. Incluso en elementos de continuidad del canal.

En este sentido, la Junta Electoral Provincial de Barcelona ha obligado a retirar el logotipo de la campaña veraniega de TV3 y Catalunya Ràdio, "Junts". El motivo: el parecido con el de la candidatura independentista "Junts pel sí". El diseño es más que similar, aunque la identidad de la cadena pública se creó antes que el símbolo electoral.

No es la primera vez que surge un problema de estas características. El más sonado fue el pasado mes de mayo, cuando el Consejo Audiovisual de Cataluña dio un toque de atención por un programa de debate en prime time, Punt Cat, en el que sólo se citaron soberanistas.

En sus tertulias y programas de información hay una cierta obsesión por poner el foco, con intensidad, en el momento histórico, trazando paralelismos de la actualidad con otros conflictos represores con la identidad catalana. Desde 1714 hasta el franquismo. Además, se remarca el despilfarro siempre en clave de la administración estatal y evitando cualquier mirada crítica a los gobiernos de la Generalitat.

También se apuesta por retransmisiones que dan a actos protocolarios tintes de históricos, como la disolución del Parlament que fue emitida en prime time y en directo, para posteriormente emitir una entrevista al líder de la oposición, Oriol Junqueras, que justo va de número cinco de la candidatura unitaria con el actual presidente Artur Mas, que se presenta en el número cuatro.

Es el triunfo del marketing de la política, con tono épico, que se ha contagiado también en TV3, como en gran parte de los medios públicos y privados de Cataluña. Y dicha comunicación es muy potente socialmente, pues surge más allá de los partidos: está presente en organizaciones (ANC, Òmnium Cultural) y apoyada por intelectuales líderes de opinión (del cine, la literatura, la música...).

Ese clima ha permitido que TV3 no vea derrumbarse su audiencia, a diferencia de otros canales homónimos, pues mantiene su esencia de emisora pegada a la calle. Y es que TV3 sigue conectando con la complicidad (y complejidad) de los catalanes.

Pese a todo, TV3 mantiene dos pilares fundamentales intactos: la ficción y el entretenimiento. Y ahí no cabe hablar de manipulación. La cadena sigue produciendo excelentes formatos, como la serie Cites o el programa de Àngel Llàcer, Còmics, una tanda de monográficos dedicados a humoristas catalanes, con una excelente factura creativa y técnica. También la tira de sátira política Polònia continúa en emisión, repartiendo a todos, de un lado y otro.

Y en esos pilares debe seguir la función de TV3, una televisión pública cercana, que es una radiografía inteligente y constructiva de la identidad de Cataluña. Una radiografía inteligente, constructiva pero, también, autocrítica. Y ahí está el problema de sus informativos y espacios de actualidad: han perdido su perspectiva de televisión hecha por y para todos. Ahora parecen arte y parte. Y esa distorsión del alma del canal está creciendo y puede llegar un momento en el que no exista la capacidad de rebobinar.

@borjateran

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