OPINION

20 años del estreno de 'Médico de Familia': la serie que revolucionó la televisión en España

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El 12 de septiembre de 1995 cambiaba la televisión en España para siempre. Telecinco estrenaba Médico de Familia. Tras el éxito de El Gran Juego de la Oca, Emilio Aragón regresaba al canal que catapultó su carrera a través de Vip Noche. Lo hacía con nuevo registro, como creador y actor protagonista de una serie. Pero no era una serie cualquiera.

Se trataba de una historia que iba a cambiar la forma de entender la producción de contenidos en nuestra televisión. El Estudio 3 de Telecinco (donde hoy se realizan tres programas: Cámbiame Premium, Deportes Cuatro y Las mañanas de Cuatro) se transformaba en el interior de la casa y ambulatorio del Doctor Martín. Un médico enviudado, que aprendía a vivir sólo con sus tres hijos (María, Chechu y Anita) e intentaba rehacer su bondadosa existencia.

La sintonía de la serie, compuesta por el propio Emilio Aragón, ya marcaba los compases de la esencia de la producción: un reconocible álbum de fotos de una familia española. Que podía ser la familia de cualquiera de los espectadores.

Y es que, si Aragón y su inseparable Daniel Écija (realizador de la mayor parte de sus formatos) habían revolucionado los programas de entretenimiento, aportando un lado más gamberro, espontáneo y cómplice a las viejas presentaciones encorsetadas, con Médico de Familia dieron, de nuevo, en la diana. ¿Cómo? Gracias a una historia con personajes carismáticos y, al mismo tiempo, próximos. Muy próximos, pegados a la idiosincrasia nacional.

La amplitud de miras e intuición de la saga Aragón se trasladó a la ficción, reinventando la forma de producción en España al incorporar ritmos, luminosidad y otras técnicas de los shows de entretenimiento.

Así nació un género perfecto para los públicos más masivos, la dramedia, mezcla de drama y comedia. Los guionistas no daban tregua al audímetro a través de un ameno viaje por conflictos familiares, sentimentales y profesionales que, al final, nos tocan a todos. Tramas que abrazan la experiencia más colectiva, pues están diseñadas para acoger a un complejo abanico de perfiles de personajes que abarcan cada target social. Del abuelo al niño. Del pijo al obrero. También apostando por un normalizadora visibilidad de personas con discapacidad en televisión, tras años excluidas en guetos de la programación.

De ese gran reparto intergeneracional se ha hablado mucho. Pero también se apostaba por personajes que servían como inteligente referente en el núcleo familiar. El abuelo Manolo (Pedro Peña) y la chacha, Juani Ureña, La Juani (Luisa Martín), con su deje andaluz imposible de borrar de la memoria y que suministraba esos inmensos desayunos estupendos para incluir productos publicitarios en emisión.

En Médico de Familia las tramas no eran excesivamente complicadas, la dificultad del equipo de guionistas estaba justo en eso: en hacer fácil lo complicado. Todo fluía. Cada personajes tenía un sentido.

El amigo (Francis Lorenzo), el entrañable celador Marcial (Jorge Roelas)... y, por supuesto, el contrapunto del Doctor Martín, la cuñada Alicia, que encarnaba Lydia Bosch que, encima, ejercía de periodista. Ideal para introducir secuencias con espectaculares cameos de famosos, como el Britney Spears pululando por los pasillos de Telecinco y salpicando de CocaCola al doctor Martín. Y es que Médico de Familia fue una serie muy internacional. Hasta rodaron escenas en Nueva York.

La audiencia congenió con el buenrollismo que desprendía una historia para todos los públicos de una cadena comercial. Tanto que la serie llegó a los 13 millones de espectadores en momentos puntuales y aguantó con una media que rondaba los 9 millones de fieles. Los momentos álgidos paralizaban al país, como una final de la Champions, superando el 40 por ciento de cuota. Datos de audiencia imposibles hoy, que sirvieron para el relanzamiento y modernización de Telecinco. También de la propia compañía productora de la serie, Globomedia, que supo aprender de Médico de Familia para dar luz verde a otros proyectos con un riesgo creativo mayor para España.

Porque de la arrebatadora acogida de Médico de Familia surgieron otros iconos de la televisión como Periodistas, 7 Vidas o Compañeros. Además, el Doctor Martín se exportó internacionalmente (Alemania, Bélgica, Finlandia, Rusia, Portugal...). De hecho, la versión italiana ha superado a la original en duración, llegando su emisión a nuestro días. Eso sí, sin parecerse en prácticamente nada a la de Globomedia.

En total, Médico de Familia duró 9 temporadas y 119 capítulos (entre 1995 y 1999) que abrieron miras en la ficción nacional. Fue el paso adelante crucial para el impulso definitivo de la industria de la ficción nacional, popularizando el fervor en prime time por las series españolas (que permite ahora arriesgar más con formatos como Vis a Vis) y siguiendo la estela que había sembrado Farmacia de Guardia de Antena 3, donde, por cierto, el propio Emilio Aragón realizó una aparición estelar en el último episodio. Interpretando al Doctor Martín, claro, que acudía a la rebotica de Lourdes Cano. Daba igual que fueran cadenas enfrentadas, lo importante era jugar con la imaginación.

Porque el gran as en la manga que convirtió a Médico de Familia en una serie inolvidable es que apostaba por la imaginación que tiene los pies en el suelo. Reconocible, aspiracional, cómplice. Esa imaginación que sueña, que arriesga, que apuesta, que hasta se equivoca, pero que, sobre todo, intenta no olvidar jamás las inquietudes de su peculiar público, la audiencia española.

@borjateran

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