No interpreta, no vocaliza, pero no se lo pierdan. Es Jesús Castro. Le conocimos en la película El Niño, luego se incorporó al reparto de El Príncipe de Telecinco y, ahora, interpreta a Lucas en Mar de Plástico de Antena 3. No es actor de método y probablemente ni tenga demasiado respeto a la profesión de actor. Porque es actor por casualidad.
Jesús Castro forma parte de esa estirpe de profesionales de la interpretación que han alcanzado la popularidad por un golpe de suerte. De estar en el sitio adecuado en el momento idóneo con una telegenia que seduce y compensa cualquier carencia dramática. Porque Castro no es un buen actor. De hecho, evidencia su falta de formación y una clara limitación de registros, pero actúa y triunfa en series de audiencias millonarias por obra y gracia del empuje de las poderosas directoras de cásting que le descubrieron.
¿La presencia de Castro mejora la serie en la que participa? Interpretativamente no, es evidente. Le falta mucho recurrido para dotar de textura a sus personajes. De momento, trabaja interpretándose a sí mismo y dedicándose a reproducir su neutral cara de nada, que sin embargo funciona muy bien en primer plano.
Pero lo que es obvio es que ha logrado colarse en ese universo reducido de protagonistas de serie que no son tanto actores como celebrities creadas para vender el producto. Son estrellas que traspasan el ámbito de la ficción para engatusar a su espectador con su imagen de revista de belleza. Así venden publicidad, proliferan en reportajes chics y están en el centro de las miradas de las marcas publicitarias, que también son las que financian las series.
El elenco de Mar de Plástico está lleno de colosales actores, Castro es otra cosa. Pero otra cosa que ha existido siempre. El guapo que llega con el magnetismo de fábrica y a quien la cámara adora. Ahora lo que necesita es más oficio y convencernos de que es un actor, uno capaz de abordar personajes distintos y... matices. O su recorrido en ficción será menguante.
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