OPINION

Cara a Cara entre Rajoy y Sánchez, una grave involución televisiva (y política)

CARA A CARA RAJOY PEDRO SANCHEZ
CARA A CARA RAJOY PEDRO SANCHEZ

Buenas noches, España. Así Manuel Campo Vidal ha arrancado el único debate en el que ha participado Mariano Rajoy en esta campaña electoral. Su cara a cara con Pedro Sánchez. Un fracaso a nivel de contenido televisivo.

La Academia de TV ha repetido como organizadora neutral y, de nuevo, ha utilizado la mesa como epicentro del debate. Aunque, esta vez, más pequeña. Sólo una distancia de 1,7 metros ha separado a los dos contrincantes. Esta ha sido la principal novedad de una puesta en escena que parecía un frigorífico vacío por dentro.

Muy blanco, el decorado no favorecía la estética de los contrincantes (con un color de piel desvirtuado) ni hacía atractiva la retransmisión: plana, insípida, claustrofóbica. Sin profundidad, elemento crucial en cualquier formato televisivo.  Porque lo sobrio no quiere decir inexpresivo. Tampoco las formas de comunicar del moderador funcionaron: con largas y lentas presentaciones más institucionales que periodísticas. Faltó contundencia en las preguntas y sobró un cierto caos en el orden de los temas a tratar. Un debate digno de 1985, no de 2015.

No obstante, la emisión ha intentado ser más flexible como consecuencia de la campaña electoral más televisiva de la historia y, muy especialmente, del debate a cuatro de Atresmedia, que ha marcado una evolución del género en España, incorporando repreguntas de los moderadores, retirando atriles y desde la espectacularización de un plató de grandes dimensiones con público.

Con este escenario, tanto los dos líderes políticos como la propia Academia de TV no podían permitirse, por tanto, un formato de tertulia como el que los grandes partidos habían acostumbrado hasta ahora, donde la estructura se asemejaba más a una batalla de monólogos, aprendidos de memoria, que a un debate vivo.

Lo han intentado, han desaparecido los cronómetros, pero no han conseguido el objetivo: el enfrentamiento entre ambos líderes se ha vuelto a quedar en un encuentro dramatizado cargado de consignas básicas y mucho "y tú más", donde Pedro Sánchez intentaba romper el guion memorizado de Rajoy a duras penas. Las formas han podido con el fondo.

Después de unos años en los que la televisión ha acercado la política a la calle, este cara a cara ha realizado el viaje a la inversa: con unos argumentos previsibles y gélidos, que sonaban lejanos al día a día de la población desde una nave espacial en la que los tripulantes parecían empotrados a la pared blanca.

Con esta escenografía, lo tenía complicado el realizadorFernando Navarrete (histórico de TVE y Antena 3, que en su currículum están desde grandes musicales hasta los míticos programas de José María Iñigo). Así, el director visual del programa ha centrado el protagonismo en los primeros planos de los políticos, donde han cobrado importancia las reacciones mientras hablaba el adversario, imágenes que enriquecían la retransmisión, retratando la inseguridad o la seguridad de los dos contrincantes del bipartidismo.

Aunque con una realización mucho menos dinámica que el encuentro a cuatro de hace siete días en Atresmedia o de los debates homónimos de países de nuestro entorno. Han faltado cámaras en movimiento que otorgaran más ritmo al diálogo y, además, se podía haber innovado en la planificación de planos con pantalla partida, que permite ver a los dos líderes a la vez y que ya acostumbra la televisión de hoy (claro que, esta noche, más de una vez, cuando hablaba uno el otro miraba los papeles).

Un Cara a cara 2015 que ha sido histórico. No por el contenido, no por la puesta en escena: es histórico porque un formato así no volverá a producirse. La televisión es un retrato de su sociedad, y la sociedad está en otro punto más abierto, más visual, más próximo, más plural y menos previsible.

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