OPINION

Lo mejor y lo peor (a nivel televisivo) de la noche electoral en la que arrasó La Sexta

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TVE realizó anoche la mejor puesta en escena de las diferentes retransmisiones electorales. La cadena pública convirtió el exterior del Congreso de los Diputados en su decorado y dibujó en la propia fachada los sondeos y los resultados oficiales. Siguiendo la estela de la BBC, un acierto utilizar el hemiciclo como icono. También sus columnas, que sirvieron como barras de las gráficas del escrutinio electoral.

Una puesta en escena emocionante, que arrancó con una cuenta atrás, proyectada en la fachada del Congreso y que fue vista desde una cámara aérea. Así aparecieron, a las ocho de la tarde, los primeros datos de la encuesta en los colegios electorales. Era el pistoletazo de salida del especial.

En la Plaza, desde un plató portátil, Sergio Martín comandó una mesa de debate con políticos que se iba compaginando con otro espacio de tertulia entre periodistas, situado en el plató del Telediario. Este set estuvo moderado por María Casado que, también, mostraba datos y grafismos que se incorporaban a la escenografía del estudio gracias a la "realidad aumentada" (en la imagen de abajo). Sin embargo, este espacio es demasiado pequeño para una retransmisión de estas características (hasta ahora estos programas se hacían en los Estudios Buñuel, ya desaparecidos) y propiciaba pequeños fallos de realización, además de cierta sensación de claustrofobia en el espectador. A pesar de las grandes pantallas, faltaba profundidad detrás de los tertulianos. El blanco nuclear de la escenografía del TD tampoco ayuda.

La integración del Congreso, como reconocible pantalla para presentar los datos, ha sido lo más interesante de la noche. Una apuesta por explorar aún más, como acercamiento de la televisión pública a la calle. También fue un acierto mantener las músicas durante la emisión, arropando el vaivén de conexiones y datos. No obstante, el formato no ha destacado en audiencias con un mal 9.8 por ciento de cuota de pantalla y 1.860.000 espectadores.

El motivo del grave descenso de interés: la pérdida de credibilidad de los informativos de la cadena en la última legislatura y el planteamiento de los contenidos de la emisión, faltaron expertos y sobraron tertulianos de evidente color político en Torrespaña. La audiencia no confía en TVE, a diferencia de hace sólo cuatro años cuando era contundente referente informativo.

La Sexta fue la emisora que lideró la noche electoral del 20D. De hecho, arrasaron con un gran 17,6 por ciento de cuota y 2.578.000 espectadores.  Los de la cadena verde empezaron la emisión especial los primeros (pasadas las siete y cuarto de la tarde) y terminaron los últimos, casi a las dos de la madrugada. La Sexta ha sabido construir, en los últimos años, una consistente imagen como referencia informativa con periodistas que transmiten pasión por su trabajo y reflejos para la repregunta. Y ha seguido la misma estructura que en anteriores citas electorales: el plató de Al Rojo Vivo con periodistas y el estudio de El Objetivo con políticos, una estructura que, por cierto, ha clonado TVE también la pasada noche.

Aunque en estas elecciones generales, la mesa de Ana Pastor ha estado en un plató de mayores dimensiones: el estudio 10 de Atresmedia, mismo donde se celebró el debate a 4 y se realiza La Sexta Noche. Pastor contaba con una mesa giratoria que podía haber aportado dinamismo. Sin embargo, se ha quedado en un mero efecto especial.

Lo mejor del programa ha sido incorporar estudiantes que han realizado las preguntas más incisivas a los políticos que allí se encontraban. Lo peor: no lució el decorado en emisión, La Sexta contaba con el plató más grande de todas las cadenas y, en cambio, sus dimensiones no se evidenciaron en cámara.

Al final, la cadena se centró más en la ágil pantalla partida que muestra todas las conexiones y los datos del escrutinio real. Si bien, aunque son importantes los datos sobreimpresionados, el diseño de La Sexta cada vez se sobrecarga más y corre el peligro de parecerse a un efectista concurso de casino de altas horas de la madrugada (llama ya). Eso sí, a nivel televisivo, este aluvión de impactos en imagen favorece más gancho emocional del espectador.

Aunque el gran protagonista de la noche fue el pactómetro de Ferreras, ordenador que servía al periodista para calcular posibles pactos. Una idea muy inteligente para explicar y clarificar al espectador el reparto de poder en el Congreso.

La Sexta ganó, por tanto, la batalla de la emoción en una emisión muy apasionada y viva, donde además de Pastor, Ferreras o Sardá, destacó, una vez más, los avispados y mordaces apuntes de Cristina Pardo desde la sede del Partido Popular. Un valor añadido (y gratamente imprevisible) para la cadena.

Si el grafismo de La Sexta rozaba la delicada línea de la saturación de información, Antena 3 presentó los mismos datos en unos rótulos más luminosos, más elegante y sofisticada. No podía ser de otra manera, pues el especial lo conducía Susanna Griso (esto ha sido un chiste). Aunque también el peso recayó en Vicente Vallés con su capacidad periodística de explicar hasta lo más difícil con una excelente claridad didáctica.

Como en TVE y en La Sexta, el especial de la noche electoral de Antena 3 fue aderezado con su propio fondo musical, que recordaba a nuestro subconsciente el momento crucial en el que estamos inmersos. Porque la música no es nada menor en una retransmisión de estas características.

Antena 3 fue la tercera opción de la noche con este formato especial identificable especial de Espejo Público, con el que la cadena fue a lo seguro y no arriesgó demasiado. Griso y Vallés lograron un 9,7 por ciento de share y 1.461.000 espectador, sin traspasar la barrera psicológica del diez por ciento de cuota de pantalla. Y es que había que retransmitir el escrutinio por responsabilidad (e imagen) de cadena, aunque sabían que el gato al agua se lo llevaba La Sexta.

Pedro Piqueras también fue coherente con la línea editorial de Telecinco en los últimos años, pero sólo congregó un 7,7 por ciento de share y 1.463.000 fieles. Lejos queda ya cuando el canal principal de Mediaset construía grandes decorados para las noches electorales, ahora centra su programación especial desde el plató de informativos. Un formato rápido y sencillo que, por momentos, parecía tener cierto complejo de telonero del debate de Gran Hermano, que se emitió justo después y rápidamente se coló como trending topic. Telecinco sabe jugar a programar con contenidos complementarios y, en este caso, ha sido la alternativa en una franja en la que los grandes canales se han centrado en las elecciones. La audiencia del debate de Gran Hermano en el late night es muy atractiva como para dejarla escapar.

La hermana menor de Telecinco, Cuatro, también centró su noche electoral en su fórmula probada:  el debate de Las Mañanas de Cuatro. Javier Ruiz fue el responsable de una emisión que se quedó en un pobre 5,2 por ciento de share y 934.000 seguidores. El dato de audiencia más bajo de las cadenas generalistas en una noche en la que se volvió a demostrar que la política es un gran espectáculo televisivo. Más aún con las sobreimpresiones que realizan las cadenas para "emitir" el escrutinio en directo, con un recuento de votos casi real. Aunque ni con estos adelantos aún hoy sabemos con rotundidad el nombre del próximo presidente del Gobierno.

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@borjateran

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