OPINION

'Bajo Sospecha': una segunda temporada menos intrigante y más convencional

CONCHA VELASCO BAJO SOSPECHA
CONCHA VELASCO BAJO SOSPECHA

Ha vuelto Bajo sospecha. Cambiando la ruralidad de la primera temporada por un urbano hospital privado. Y con un nuevo caso: una mujer desaparecida (interpretada por Leticia Dolera) y una muerta (Ingrid Rubio), ambas trabajadoras del hospital.

Una vez más, investigan el comisario Casas (Lluís Homar), Víctor (Yon González) y el inspector Vidal (Vicente Romero). Pero ni rastro de Laura, el personaje de Blanca Romero, cuya interpretación fue de lo poco que se cuestionaba en la primera y excelente tanda de capítulos. "¿Y Laura?", preguntó Víctor. "Esta vez Laura no te acompañará", respondió Casas, tajante. Y no se hable más. Aunque lo que de verdad habría tenido gracia es que esta temporada hubiera girado en torno a la desaparición del personaje de Romero...

Sin dilación, con un arranque frenético, Bajo sospecha ha vuelto a poner sus cartas sobre la mesa. El culpable está dentro del hospital y todos sus empleados son sospechosos. Y comienza el vaivén de rarezas, conversaciones a medias, frases con dobles sentidos... Todo muy misterioso, como tiene que ser.

Lo mejor de la primera temporada de Bajo sospecha fue, sin duda, el retrato de esa familia Vega tan fascinante, turbia y repleta de recovecos. En esta segunda temporada, también hay excelentes actores para dar vida a los sospechosos: Unax Ugalde, Olivia Molina, Luisa Martín, Jose Luis García Pérez, Gonzalo de Castro, Marta Belenguer... Ah, y Concha Velasco, siempre imponente, encarnando a la directora del hospital. Los repartos cuidadísimos son marca de la casa de Bambú, que es la productora que más deja brillar a los intérpretes en España, a un nivel más cinematográfico de lo que nos tenía acostumbrados la televisión de los últimos tiempos.

Sin embargo, y aunque aún es pronto para valorar, en este primer capítulo se han echado en falta personajes tan poderosos como lo fue el de Alicia Borrachero en la entrega anterior. Borrachero estaba de Goya, directamente. Y en este hospital todo es intrigante pero menos perturbador que lo que ocurría en el pueblo Cienfuegos. Se ven más las costuras de la de las artimañas catódicas a la hora de engatusar el share. Y las comparaciones, siempre, son odiosas. Más en una serie que juega a seguir igual pero siendo diferente.

Thrillers televisivos hay y ha habido muchos, con muertos y desaparecidos en los primeros minutos, y muchos sospechosos después. En este contexto de producciones similares, la primera temporada de Bajo sospecha consiguió destacar en forma y fondo. Enganchaba de manera casi enfermiza, consiguiendo que quien viera una de sus secuencias necesitara saber con urgencia el desenlace del misterio. En esta nueva Bajo sospecha entre pasillos de hospital, el ritmo es más ágil, obsesivamente ágil, y los giros se suceden, pero el enganche, a priori, es menos inmediato. Quizá porque la sensación de déjà vu es mayor. Pero habrá que ver cómo crece la trama e ir conociendo mejor a los personajes. Eso sí, esperemos que los guionistas nos tengan preparado un final menos decepcionante (y verosímil) que el del caso en Cienfuegos.

@borjateran

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