OPINION

Los motivos que demuestran que esta es la mejor temporada de 'Tu cara me suena' (VÍDEOS)

ruth lorenzo silvia abril tu cara me suena
ruth lorenzo silvia abril tu cara me suena

Tu cara me suena ha llegado a su recta final: han arrancado los programas en directo. Más show, por tanto. Porque al espectáculo habitual se une la imprevisibilidad de una gala que se emite en vivo y sin red. Además, el público puede votar desde casa. La apoteosis para una temporada que ha sido la mejor del formato de Gestmusic Endemol para Antena 3, por la fusión, con inteligencia, de los siguientes aciertos televisivos.

Luz, color y diversidad

En esta edición, Tu cara me suena ha reinventado su decorado. Más amplio, más moderno, con más posibilidades escénicas a través de la iluminación y grandes pantallas, que están integradas en un plató que mantiene la identidad del formato de siempre. Un escenario que es diferente, pero en el que se reconoce la esencia del anterior. Además, el decorado ocupa los 360º del estudio: no tiene ningún vacío escénico y sí cuenta con muchas entradas y salidas, ideales para que sucedan situaciones, como en las sitcoms, llenas de puertas, perfectas para interactuar y crear vuelcos de guion.

Una escenografía que se adapta a cada actuación. Tu cara me suena intenta crear un evento de cada imitación, mimando la puesta en escena. No sólo se intenta copiar el número del artista original, también se enriquece cada escenografía, sin temor a apostar por la imaginación a la hora de convertir incluso temas sosos en actuaciones con una trama muy entretenida. Desde la utilización de hologramas para reunir duetos imposibles o hasta, por ejemplo, mejorar la actuación original de Nena Daconte que dio vida Ana Morgade, donde se creó un gag. Pero un gag que no se quedó a medias y fue creciendo durante todo el número hasta acabar en alto. Porque la mejor televisión es la que exprime las situaciones hasta las últimas consecuencias. Incluso "cargándose" un cámara. El equipo de TCMS transforma números previsiblemente estáticos en una explosión de televisión.

Escenario vivo

En Tu cara me suena es tan importante lo que se ve como lo que no se ve. La realización está al quite. El espectador no se pierde nada, las imágenes están medidas para narrar sin obstáculos una historia. Y esto conlleva tiempo de preparación y ensayo. También a la hora de mostrar la función del ballet. Los bailarines no son parte del decorado, aportan mucho. Sus coreografías no se quedan en el tópico y van más allá. El cuerpo de baile otorga un valor añadido al show con su capacidad de interpretar. Porque son intérpretes. No son meros figurantes, son personajes protagonistas del show. También ocurre con los músicos, que son músicos de verdad. No aporrean los instrumentos como si estuvieran en una función de instituto. Y a esto se suma el público en la grada, que se le escucha, se le siente, no es de agencia pagada: está vivo, lo disfruta y se nota.

Cultura musical

Tu cara me suena no se queda en el repertorio predecible. Existe cultura musical en la selección de las canciones, realizando un viaje constructivo por iconos de la música del ayer, hoy e incluso del futuro. La audiencia puede cantar muchos temas, pero también se lleva la sorpresa y descubre artistas que tenía olvidados o desconocía por edad.

Comparaciones (casi) odiosas

La ventana que aparece en una esquina de la pantalla con la imitación original del artista es importante como referencia para el espectador. El programa la sabe aprovechar para, además, recalcarnos el esfuerzo del protagonista en la búsqueda de clavar gestos, coreografías o movimientos que tiene muy estudiados. Otra arista fundamental del programa es el cambio de look de los concursantes. El maquillaje y vestuario son importantes hasta cuando se atreven a desconcertar al personal disfrazando a Ángel Llàcer de culebra.

Cercanía cómplice

Uno de los grandes aciertos de esta temporada es Lolita, que es como una más de la familia. Los jurados con divismos, un rol también muy televisivo, han evolucionado hacia la cercanía de la artista todoterreno que no teme compartir pasajes de su vida. Al contrario, los cuenta con una minuciosidad de detalles que conquistan a una parte de la audiencia que quiere saber más. Lolita, Shaila, Latre y Llàcer se complementan a la perfección, cada cual tiene su función y sus egos no se solapan. Y el público grita anécdota, anécdota. Quiere saber más batallitas de Lolita, un personaje que impulsa el interés de un formato que abarca un multitarget sin que se note demasiado. Artistas para casi todos los gustos. Unos artistas que unen generaciones frente al televisor. Todos aprenden de todos. Del pasado y el futuro.

Casting de qualité

Este año, el casting no ha caído en la idea básica de contar con concursantes que ni cantan ni imitan ni se les entiende y que, al final, solo entorpecerían el transcurrir del programa. Sin participantes chunguitos, Tu cara me suena ha ganado consistencia. Es un espectáculo donde tan importante es el humor como la capacidad de realizar show con perspectiva. Y este año todos son artistas con perfiles y edades complementarios, sí, pero todos con instinto curtido a base de esfuerzo. Se toman en serio el programa, ensayan, evolucionan y luego en plató juegan, manteniéndose despiertos durante todo el programa. De principio a fin. Cada uno en su disciplina, crecen como artistas y el público se siente partícipe de sus logros.

Running gags

En Tu cara me suena no se quedan en la simple actuación. El programa narra una historia espontánea en la que se lanzan constantes guiños al espectador. Incluso a través de running gags, que van salpicando la escaleta. Comedia en estado puro. Bromas que se repiten con instinto del espectáculo y que la audiencia espera con ansias. Los tartazos de Silvia Abril, los piques entre Llácer y Lolita, las anécdotas de Lolita... Es como una reunión de amigos desenfadada con sus gamberradas, con su punto infantil, pero también con su inteligencia de entender el entretenimiento televisivo como un show global en el que la mejor emoción se construye a través del buen rollo.

Finales en alto

Los finales de los programas en nuestra televisión ya parecían no importar. Nada. Entraba el copyright y fuera. Adiós. A otra cosa. Pero en Tu cara me suena se cuida la esencia gamberra del show hasta el último segundo. Te quedas pegado a la pantalla a la espera de ver qué maquinan los concursantes para arropar al ganador de cada gala. Aguantas con expectativas del plano final. Porque, como en una buena serie, los finales son importantes. Hay que acabar en alto. Hay que terminar en chimpún.

Cambiar manipulación por ilusión

A diferencia de la mayoría de grandes formatos televisivos actuales, en los que se intenta prefabricar cada instante forzando la emoción, Tu cara me suena es un programa vivo que cree en la inteligencia de su espectador. No necesita cebos que vendan tensión, tragedias, lloros, caos y otros morbos en plató. Al contrario, sólo basta un coordinado trabajo en equipo en busca de sorprender a través del mejor arte televisivo: el talento de las ideas cómplices, atrevidas, canallas e ilusionantes. En cada detalle, desde la sintonía inicial hasta el fundido a negro.

‘Tu cara me suena’, su gran secreto del éxito

@borjateran

Fotos José Irún

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