OPINION

Sálvame: así ha revolucionado Telecinco (y la TV convencional)

salvame telecinco
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En marzo de 2009 arrancaba un programa noctámbulo bajo el nombre de Sálvame. Su función: comentar el devenir de la edición de Supervivientes de turno, pero de una forma especialmente divertida y desenfadada. La aceptación por el formato fue rápida, tanto que, apenas un mes después, Telecinco decidía que Sálvame probara suerte también en formato diario en la tarde.

Casi 7 años después, lejos de desgastarse, el programa de la compañía 'La fábrica de la tele' está cosechando competitivos resultados de audiencia. Los logra con una forma de entender la televisión que ha descolocado la parrilla televisiva tradicional.

Ruptura con lo preestablecido

Los grandes creadores de la historia de la televisión aprovechaban la parte trasera de la televisión para enriquecer el espectáculo de sus programas. Valerio Lazarov, Chicho Ibáñez Serrador, Emilio Aragón e incluso Jesús Hermida salían del plató en pleno show cuando tocaba. Hasta se atrevían a mostrar a los cámaras y el equipo técnico. Hacían a la gente partícipe de las bambalinas del estudio. También sucede en Sálvame, es una de sus señas de identidad, aunque este particular magazine ha dado un paso más allá y ha convertido con inteligencia el plató en un reality incontrolable, donde nunca hay cuarta pared, donde lo importante es la historia por encima de los tradicionales protocolos de la televisión.

Picnic

En tiempos de vídeos caseros de Youtube, grabaciones de móviles y nuevas narrativas audiovisuales, el equipo de Sálvame no ha tenido complejos a la hora de compartir con el público las necesidades humanas más terrenales y no atarse a esos previsibles protocolos del supuesto buen gusto catódico. No importa tanto la calidad de la imagen de un vídeo si existe una historia detrás. Tampoco ver a Belén Esteban comiendo, o correr al baño sin disimulo. La audiencia de Telecinco se siente (más) cerca de sus particulares estrellas. No usan eufemismos ni se pierden en (excesivas) formas.

Terrenalización del famoseo

Sálvame ha terrenalizado el universo del corazón. Los vividores de la fama han dejado de ser millonarios con chalet en Marbella para dar paso a un abanico de personajes más reconocibles por parte de la audiencia. Del barrio. El sentimiento de 'aspiración' ha pasado el testigo a la 'identificación' de un determinado tipo de público. La democratización del personaje por encima de su pedigrí.

Imaginario colectivo

Y en esa pérdida de importancia del pedigrí, Sálvame ha revolucionado el panorama de famosos de las revistas rosas. Los propios colaboradores del formato de Telecinco se han convertido en lo más comentado del cuore. El corazón español ya no es tan pomposo, ahora es más de andar por casa. Sálvame ha mutado el imaginario colectivo de famosos.

Desdramatización

El género de programas del corazón se tomaban ron la crónica rosa demasiado en serio. Vivían instalados en un 'peloteo' por encima de sus posibilidades. Ahora el tóxico tratamiento 'cortesano' ya no abunda. Programas como Qué me dices tuvieron mucho que ver en este natural cambio de tendencia, pero uno de los secretos de Sálvame es que todas las polémicas de culebrón van salpicadas con cierto humor. Porque este tipo de programas mejor si son digeridos con la trascendencia intrascendente que merecen. Y ahí Jorge Javier Vázquez (también Paz Padilla) ha tenido mucho que decir: ha sido el maestro de ceremonias que ha salvado el show por su ironía, corrosión y humor. Sabe cuando no toca estar más serio de la cuenta. El espectador observa el programa al lado de su complicidad.

Por encima del presentador

Y siete años después, el formato ha logrado un estatus que no es tan habitual como parece en la televisión: Sálvame está por encima de sus presentadores. Es un producto coral, que no depende de nadie para lograr un gran dato de cuota de pantalla. Jorge Javier Vázquez, Paz Padilla, Terelu Campos, María Patiño. Incluso los directores se transforman en maestros de ceremonias, como Carlota Corredera. Es un programa que es versátil, se adapta a las necesidades de cada momento, de cada contenido, pero sin perder su esencia de reunión golfa. Un valor crucial en la televisión en directo: la versatilidad (y la picaresca, claro).

Cuatro horas en directo

La fórmula de Sálvame es inaudita en las grandes cadenas de nuestro entorno. Un gran formato, de cuatro horas de duración, que genera grandes dosis de contenido y que se adapta a las necesidades de la cadena con una rentable elasticidad empresarial. Un único show con un público muy fiel, en donde otras emisoras deben emitir varios productos diferentes. Y es que Sálvame ha sabido dar en la diana de la telenovela de toda la vida, pero a través de las poderosas realidades del día a día de unos rostros que no son actores y se han convertido en parte de la familia de los espectadores de Mediaset. Esa telenovela de barrio, sin fin y sin decorados de cartón-piedra, que evade con dramas en los que (casi) siempre termina ganando la comedia.

@borjateran

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