OPINION

Las 5 artimañas para lograr la fórmula del éxito de un concurso cultural en televisión

JORDI-HURTADO-cumpleaños
JORDI-HURTADO-cumpleaños

Los concursos son un género imprescindible en la televisión. Y de los más duraderos: los formatos pueden perdurar incluso décadas en emisión ininterrumpida. Pasapalabra, Saber y Ganar o La Ruleta de la Suerte son los ejemplos españoles. Formatos diferentes, pero con cinco elementos coincidentes básicos para engatusar al espectador:

- Concursantes de la calle

En sus casting, este tipo de programas eligen gente reconocible que empatiza con el público, pueden caer bien o mal, pero son identificables para el espectador. Las cadenas priman sus habilidades comunicativas antes que el conocimiento, que también es importante pero no lo más crucial. Concursantes con espontáneos caracteres definidos, para crear todo menos indiferencia en la audiencia.

- Concursantes que perduran en el tiempo

La continuidad del concursante en juego es un atractivo añadido. Incluso durante semanas. O meses. Sucede en Pasapalabra, Saber y Ganar o Boom. Los espectadores se enganchan al programa porque terminan alcanzando una especial complicidad con el participante. No quieren perderse su evolución, al mismo tiempo que vas conociendo más de su identificable vida cotidiana en cada emisión.

- Concursantes también desde casa

El cimiento del éxito de cualquier concurso televisivo es que el espectador pueda jugar desde casa o desde el bar, donde se debaten las respuestas in situ con la caña y el pincho de tortilla. De ahí que las preguntas deban guardar un equilibrio en el que se cuida un grado de accesibilidad para las grandes audiencias. Programas no sólo aptos para eruditos. Así, el gran público se siente partícipe y no excluido.

- Maestro de ceremonias carismático

La persona que conduce las preguntas, en especial si son complicadas, debe saber comunicarlas de forma que nadie sienta un tono excluyente o elevado. Arturo Valls es el mejor ejemplo: inmensamente cercano. También Jordi Hurtado, Juanra Bonet o Christian Gálvez. Son expertos en terrenalizar hasta las preguntas más enrevesadas. Aunque las tengan que leer muy rápido.

- Ritmo creciente hasta lo trepidante

Los concursos con dinámicas planas no funcionan (Boom, por ejemplo, al principio flojeaba porque las pruebas no iban en crescendo y se decidió cambiar la estructura). Si es importante que la mecánica sea sencilla, aún es más crucial que las pruebas vayan creciendo con el transcurso del formato hasta terminar en un gran colofón: el bote.  Un rimbombante juego final complejo, aunque accesible, es el gancho perfecto para engatusar al share. Como El Rosco de Pasapalabra. Como la Calculadora Humana de Saber y Ganar. Porque el buen concurso es en el que el nervio va a más, el que la emoción crece en cada minuto.

> Las trampas que realizan los concursos de TV

@borjateran

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