OPINION

La Bola de Cristal: el motivo por el que sería imposible de emitir hoy

BOLA DE CRISTAL TVE
BOLA DE CRISTAL TVE

"Tienes quince segundos para imaginar; si no se te ha ocurrido nada, a lo mejor deberías ver menos la tele". La Bola de Cristal nos dejó frases para la historia, para esa historia que nos hace más creativos, más inquietos, más críticos.

Porque La Bola de Cristal era un programa valiente y comprometido con su época, y probablemente también con nuestro futuro. Era un formato que ponía al espectador, padre o hijo, a pensar.

El programa de Lolo Rico hasta se atrevía con crítica al gobierno del momento, aquel de Felipe González, o incluso satirizaba con las reglas del todopoderoso mercado.

Era posible desde la televisión pública que unos títeres llamados los Electroduendes estuvieran en paro y dijeran aquello de "no somos revolucionarios, solo queremos ser explotados por un empresario", que Alaska interpretara a una estudiante obsesionada con hacer novillos en el billar (decía que lo que le gustaba vagabundear, era la chica del pupitre de atrás), que una bruja (Avería) gritara "viva el mal, viva el capital", que el "Librovisor" transgrediera grandes obras clásicas... Un programa que realizaba una radiografía inteligentemente autocrítica de su tiempo. Pero, treinta años después de su estreno, algo así resulta imposible, impensable.

¿Avanzamos o retrocedemos? La Bola de Cristal no podría ver la luz en la televisión de 2016. Pero no sólo por la propia televisión o por el control político actual de TVE, también por la evolución (o tal vez involución) de la susceptibilidad de la sociedad. Tenemos las redes sociales, sí, una gran ventana al mundo, pero a la vez hemos sucumbido a la vorágine del extremismo de lo políticamente correcto, que atropella y desvirtúa casi todo. Porque hoy es muy complicado no "herir" a la sociedad cada dos por tres, y que tal o cual colectivo "ofendido" ponga el grito en el cielo a través de Twitter. Y enseguida brota el murmullo airado, la indignación general, las ansias por cortar cabezas.

En las últimas décadas, hemos ganado fundamentales valores de conciencia social y respeto pero, también, se ha perdido, en buena medida, el tan importante sentido del humor autocrítico, tan necesario para evolucionar, romper miedos enquistados y ganar perspectiva sobre muchos de los actuales contenidos audiovisuales.

Como consecuencia, la censura y autocensura crecen, y la sátira o la parodia se miran con recelo, siempre a punto para ser malinterpretada o tergiversada por quien quiera malinterpretrar y tergiversar. Los creadores, por tanto, se sienten cada vez con menos libertad a la hora de contar determinadas historias.

Y, mientras tanto, también se desvirtúan determinados valores sociales. Quizá, entre tanta catarsis de información, falta aprender a aprender. A digerir mejor, a distinguir lo que es verdaderamente importante o dañino de lo que no lo es. Nos quedamos en la superficie. Por eso, en 2016, La Bola de Cristal sería inimaginable, porque el foco de la indignación se pondría en la transgresión de la creatividad, esa transgresión que en los ochenta despertaba inquietudes y nos hacía pensar y que, hoy, resultaría escandalosa o prohibitiva.

> ‘La Bola de Cristal’, el programa que rompió esquemas (VÍDEOS)

@borjateran

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