OPINION

'El Ministerio del Tiempo': la puerta al futuro de la televisión

el ministerio del tiempo futuro
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El Ministerio del Tiempo ha regresado a La 1 de TVE con un 14.6 por ciento de cuota de pantalla y 2.839.000 espectadores. Lo más visto del lunes, en una ajustada noche. Aunque su vida va más allá de la emisión tradicional. Porque El Ministerio del Tiempo es más que una serie: es un fenómeno transmedia.

La historia, creada por Javier y Pablo Olivares, ha conectado con un público que ya no está en las emisiones convencionales de la pequeña pantalla (el consumo online llega a casi el medio millón de visionados en rtve.es). Además, el equipo de rtve.es y la productora de la serie ha utilizado las redes sociales como una aliada plataforma imaginativa para amplificar la experiencia.

Porque El Ministerio del tiempo es una experiencia colectiva. Antes, durante y después de cada capítulo. La producción se ha salido del guion de los vicios de la ficción nacional. Tanto en unas redes que no se quedan en el spam y el autobombo, para interactuar y convertir al espectador en arte y parte (hasta se ha creado un podcast, un capítulo virtual...), como en la serie en sí.

El Ministerio no intenta engatusar al espectador para subir el share reproduciendo los manoseados ingredientes del éxito televisivo de manual. El Ministerio juega mano a mano de la complicidad del espectador. Sin temor a una fotografía más o menos oscura, o a segundas lecturas en los guiones, que no todo el mundo capta a la primera.

Ahí está la clave del triunfo de la producción: conecta con un público muy presente en las nuevas tecnologías gracias a unos guiones sin complejos, cargados de referencias y guiños cómplices, directos al imaginario colectivo de varias generaciones. Incluso atreviéndose con agradecidos golpes de frikismo como cuando Ramón Langa emula a Bruce Willis en pleno episodio.

Y es que El Ministerio del Tiempo es una ficción de hoy en su máxima expresión. Con una identidad muy definida, que permite grandes cameos de personajes históricos (que amar o desmontar) y, a la vez, en la que se puede saltar de un género a otro (drama, comedia, suspense...) con una flexibilidad perfecta que provoca una sensación emocional adictiva en su público objetivo.

De ahí que El Ministerio ya esté en la historia de la televisión. De ahí que se produzcan colas para asistir a su premiere. De ahí que fomente tanto movimiento en las redes sociales (ayer 50.000 comentarios en Twitter). No es una serie masiva, es una serie que nos abre a lo que significa la televisión del futuro: la televisión que crece a través de un público que se siente partícipe.

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@borjateran

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