OPINION

'Cuestión de Tiempo': 6 causas del fracaso del programa de Patricia Gaztañaga

tve cuestion de tiempo
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Patricia Gaztañaga regresó hace dos semanas a la franja horaria en la que disparó, durante años, las cuotas de pantalla de Antena 3. El diario de Patricia llegó como un programa de testimonios de verano y se mantuvo en emisión durante una década. Con y sin la propia Patricia.

La 1 decidió rescatar a este rostro reconocible por el espectador para su nuevo programa, Cuestión de tiempo. El objetivo: aupar las audiencias de una debilitada franja. Pero no lo han conseguido. Analizamos 6 causas del fracaso.

1. Sin tiempo para darse a conocer en una franja horaria invisible

Las tardes de la primera de TVE, columna vertebral clave para aupar la media de cualquier cadena, sufren más que nunca. El público se ha deshabituado: ya no conecta con La 1 en este horario. Y cualquier formato de estreno necesita tiempo para asentarse y ser descubierto. No ha sido el caso. El programa de Gaztañaga no ha hecho honor a su nombre: ser conocido por la audiencia era "Cuestión de tiempo". Tiempo que faltó a otros buenos programas predecesores que también fueron cancelados (Esto es vida o El Legado, el concurso de Ramón García).

2. Formato repetitivo

Aunque, en esta ocasión, la cadena pública no ha pecado de impaciente. Ha acertado con la decisión de poner fin al espacio de Gaztañaga. Era evidente que el formato no iba a funcionar nunca. Sus bajos datos de audiencia, que no lograban superar la pobre barrera del cinco por ciento de cuota, evidenciaban el nulo interés del show. Un programa repetitivo, que parecía una versión lowcost de Hay una cosa que te quiero decir. Aquí las cartas se sustituyen por una caja de la que el destinatario no conoce el mensaje del interior. Está cerrada con una cuenta atrás. Cuando pase el tiempo establecido, descubrirá lo que esconde. Mientras tanto el show va dibujando la existencia de los protagonistas. Lo hace con una carga emocional que recuerda a los testimonios más lacrimógenos de El diario de Patricia. Aunque ahora el plató se sustituye por los lugares reales donde desarrollan la vida los integrantes de cada historia.

3. Sentimentalismo superado

Cuestión de Tiempo es un programa de esos que buscan la lágrima fácil en el espectador. Músicas trágicas de fondo, historias que se denominan de superación... en definitiva, emociones retransmitidas a la caza del morbo de manual por encima del compromiso social. Este enfoque, que pretende hacer show ligero con los problemas o ilusiones de sus protagonistas, quizá colaba hace veinte años pero ahora el espectador lo rechaza. Al menos, en la televisión pública.

4. Grafismo noventero

La realización del programa tampoco fluye a tono con los engranajes televisivos actuales. El grafismo parece más de un programa de hace dos décadas, también la textura de la imagen: con unas narrativas audiovisuales en desuso.  Además se apuesta por iluminar con una luz fría, casi de supermercado, que no despierta un empatía acogedora en el espectador.

5. Gaztañaga gana en directo

Patricia Gaztañaga es una animal televisivo. Pero gana en directo. Su participación en Cuestión de Tiempo ha estado más encorsetada, al ser un programa grabado y con una estructura muy cerrada. Se ha echado de menos su capacidad como directora de orquesta de un plató en vivo: irónica, rápida de reflejos y contundente. Con ataques de risa incluidos.

6. No aportaba nada a TVE

Cuestión de Tiempo no es un programa para TVE. Ni tiene valor creativo, ni periodístico, ni divulgativo, ni imaginativo. Sólo ha sido un espacio de sorpresas sensibloides. De nuevo, la cadena pública ha caído en la trampa de ir a rebufo de las privadas. Pero ya ni de las privadas de 2016, de las privadas de 2001. Cuestión de Tiempo no era el formato para las tardes que se merece TVE, donde la emoción no debe confundirse con el sensacionalismo básico.

@borjateran

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