OPINION

Las 7 cualidades del buen fan de 'El Ministerio del Tiempo'

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La televisión ya no sólo se consume por la televisión. La televisión ya no sólo se crea desde la televisión. Es el propio espectador el que pone la guinda al programa o la serie con su creatividad a través de las nuevas plataformas, que ya no son tan nuevas.

El Ministerio del Tiempo ha entendido el lenguaje transmedia, que integra televisión tradicional y porvenir audiovisual. Sus tramas son perfectas para ello, pues proponen un juego inteligente que va directo a la complicidad de ese espectador que se sentía huérfano de series españolas que rompieran con lo evidente. En guion, dirección, fotografía y riesgo.

En este sentido, El Ministerio del Tiempo innova (incluso riéndose de los estereotipos de la historia nacional) y, además, creyendo en la esencia participativa de las redes sociales, más que ninguna otra serie española hasta la fecha. Así se ha transformado en la primera ficción que ha integrado el contenido transmedia durante todo el proceso de rodaje. Sus responsables, Agustín Alonso (responsable de proyectos transmedia en rtve.es) y Pablo Lara (productor transmedia de la serie) no se han quedado sólo en el habitual spam en busca del efímero trending topic. Lo importante no es un número de comentarios, es escuchar lo que dicen esos usuarios. De ahí que los fieles de la ficción se hayan convertido en ministéricos. Porque El Ministerio del Tiempo representa a la televisión que va de la mano de la audiencia, la televisión en la que el espectador se siente, de verdad, valorado como arte y parte.

1. El ministérico interactúa.

Vale, como en todas las series. Pero el fiel de El Ministerio del Tiempo da un paso más allá: participa, juega con los retos que se le dispone desde las redes sociales e incluso rebate trazos del guion.

2. El ministérico viaja.

Conoce las localizaciones principales de la ficción, un fenómeno habitual en Estados Unidos pero que nadie lograba propiciar en España. Es más, la audiencia ministérica realiza rutas por los lugares en los que se rueda su serie favorita. Como si fuera un tour turístico. Quieren estar allí, donde la producción se ha transformado en realidad. La puerta de El Ministerio, cerca de la madrileña plaza de Tirso de Molina, es centro de peregrinación. A golpe de selfie en los decorados reales, los usuarios de las redes hacen más grande la serie.

3. El ministérico reivindica.

Los seguidores de la serie tiene capacidad de movilización para que la producción perdure. El público ha interiorizado que en España, en cualquier momento, las cadenas pueden finiquitar su producción favorita. Temen que el resultado de share determine inexorablemente y sin piedad el futuro de una gran serie. La pasada temporada, los ministéricos se aplicaron el refrán ese de más vale prevenir que no lamentar y se pusieron manos a la obra para que la serie no fuera cancelada antes de que TVE dictara sentencia. Lo hicieron argumentando a golpe de trending topic, hashtag y petición en change.org los motivos por los que debe seguir abierto este particular Ministerio. Hasta se realizaron vídeos, con el mismísimo Hitler defendiendo la renovación. Lo consiguieron.

4. El ministérico presume.

La serie se sigue con pasión. Y los ministéricos fardan de su particular adición. Tienen su propio carné (que inventaron los responsables de redes de la serie), pero también crean sus propias acciones virales que surgen espontáneas. Por ejemplo, la gente empezó a vestirse de época y subir a las redes sociales su 'posado' con la etiqueta #YotambiénveoelMinisteriodelTiempo. No era una estrategia de marketing prefabricada, nació de la entrega absoluta de los seguidores de la serie.

5. El ministérico construye.

Fanzines, retratos, podcast, ideas. De hecho, son los propios fans de la serie los que han sido elegidos para poner en pie la tienda de merchandising de El Ministerio, en la que se puede adquirir, bajo demanda, productos como camisetas, posters, imanes, tazas, libretas, sudaderas, cuadernos, bolsas… Diseños relacionados con el universo de la serie y sus personajes más emblemáticos. Los creadores elegidos, para esta primera tanda de 'souvenirs', son Elena Mellado, Conrado Martín, Diego Cobos, Kiko Sánchez, Álex Muñoz, Jae Tanaka, Jessica Gómez, Ittai Manero, Juanfran Cabrera, Mikel Navarro y Sergio Iniesta. Por primera vez, los propios fans de una serie de televisión conciben sus productos oficiales. Y los autores participan de los ingresos generados. Un hito de la televisión.

6. El ministérico curiosea.

No se conforma sólo con el capítulo, busca contenidos extras. Esta temporada, la serie está aportando un podcast que pulveriza audiencias (alzándose en tiempo récord como lo más escuchado de rtve.es/rne) y, además, los usuarios adivinan las claves para acceder a los contenidos exclusivos que esconde la intranet del Ministerio dentro de rtve.es. En las próximas semanas, la ficción también innova y estrena el primer episodio en realidad virtual de una serie. Otro atrevimiento. Porque El Ministerio del Tiempo ejemplifica la televisión que ya no se queda en sólo la emisión tradicional de un capítulo: es una experiencia que va más allá.

7. El ministérico imagina.

El Ministerio del Tiempo ha recuperado el consumo televisivo de ficción desde la ilusión colectiva. Lo logran unos guiones sin complejos, cargados de referencias y guiños cómplices, directos al imaginario colectivo de varias generaciones. Incluso atreviéndose con agradecidos golpes de frikismo como cuando Ramón Langa emula a Bruce Willis en pleno episodio. Porque El Ministerio ha regenerado esa ingenua complicidad, participativa y creativa, que se estaba perdiendo y que siempre ha sido intrínseca a la mejor televisión.

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@borjateran

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