OPINION

6 razones por las que 'El Caso' es una serie de calidad (y una debilidad a mejorar)

EL CASO FOTO
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Los primeros capítulos siempre son complicados. Hay que seducir al espectador con garra y, al mismo tiempo, presentar un larga lista de personajes y sus vínculos. No todas las series logran salir airosas de esta tediosa puesta de largo, fundamental para sentar las bases del recorrido de cualquier buena ficción. Pero El Caso ha pasado la prueba con nota. Emocionante y vibrante, la historia que recrea el mítico diario de sucesos reúne 6 razones que dibujan la serie como un buen producto para TVE.

1. La luz de los protagonistas.

Fernando Guillén Cuervo y Verónica Sánchez son los principales protagonistas. Transmiten implicación máxima con la producción. De hecho, Guillén Cuervo es productor ejecutivo y alma de la propuesta. Llevaba tiempo peleando por sacar adelante El Caso.

La relación entre el periodista, ex policía veterano, y la periodista soñadora funciona a la perfección. Un aprendizaje continúo entre ambos personajes, que articulan una serie repleta además de grandes secundarios. Ellos reflejan bien los contrastes de una época cargada de obstáculos pero también de iconos, como la mismísima Margarita Landi, la mítica periodista, que trabajó más de dos décadas en El Caso y que es interpretada por la actriz Blanca Apilánez. Y Landi no suelta su característica pipa, claro. Guiños como este son un nostálgico aliado para el espectador, que se siente transportado de verdad a otra época.

Guillén Cuervo, por su parte, aporta una textura especial a su personaje (gran acierto mostrar al personaje ideando sus titulares magistrales y rimbombantes), y Verónica Sánchez desprende una luminosa frescura, que crece con sus caras de ingenuidad un tanto cómicas.

2. El glamour de una España gris.

De nuevo, la Gran Vía como epicentro de una producción, pues ahí se sitúa esta reproducción de la redacción de El Caso. La serie aprovecha los vaivenes de la España de los sesenta para pintar unos personajes que son un ir y venir de prejuicios, corrupciones y ruptura de tabúes.

Antonio Camacho (Antonio Garrido) es el poli malo, representante del régimen, con todo lo que eso conlleva, y se contrapone a Rodrigo Sánchez, el director de El Caso, siempre en busca de romper con la censura de la época. Vale, es cierto que la serie opta por idealizar un poco aquel diario sensacionalista. Olvida sus morbos, para centrarse en sus intentos de alcanzar la mejor portada, que también los había. Y, en ese sentido, El Caso sí que refleja muy bien como los redactores convivían con la policía con una relación más que estrecha, íntima.

La serie es un árbol genealógico de relaciones entre personajes que puede dar mucho juego de cara a próximos capítulos (por momentos, parece que todos tienen algo que ver con todos). Tampoco falta la gran diva del teatro, Laura Pontón (María Casal), o el viaje a los bajos fondos de aquella época con Germán Castro (Gorka Lasaosa), entre otros.

3. Los decorados reales, incluso cuando son de mentira.

La serie lleva a cabo un minucioso trabajo escenográfico. Con decorados que tienen profundidad y techo, más realistas, y por tanto ofrecen más posibilidades a la hora de mover las cámaras.

Es también una serie que arriesga y acierta al no mantener el mismo tono en su dirección de fotografía. Al contrario, perfila una textura más cálida o fría dependiendo de cada decorado o cada secuencia. Así se consigue que el público reconozca, en un golpe de vista, cada localización principal de la producción.

La producción no escatima ni en persecuciones, contagiando una emoción de primera línea y propia del mejor cine negro. Es una serie clásica pero con ritmo trepidante y actual (que no confunde con prisas que matan el clímax) y un tono que resulta insólito y poco visto en ficción nacional. Un CSI patrio y cañí inevitablemente seductor y con muchos apuntes fascinantes.

4. Las tramas autoconclusivas

El Caso es una serie de género precidemntal con un enfoque atinado. Y como estas ficciones, cuenta con el arma de narrar tramas autoconclusivas, a las que el espectador puede engancharse con facilidad sin tener que ver todos los capítulos. Además, esto enriquecerá el casting, con personajes episódicos que se entremezclarán con los fijos al tiempo que las tramas transversales de estos no paran de crecer.

5. Las dobles vidas.

El Caso se desarrolla en tiempos en los que era habitual llevar dobles vidas. Y va a jugar con esa tensión de lo que es verdad y lo que no. No falta la tensión sexual no resuelta en unos personajes que van en dobles parejas, profesionales (apunta a que los personajes van a ir emparejados en las tramas) y, por otro lado, de las sentimentales. No hay buena serie sin una buena historia de amor, y aquí pinta que no faltará el romanticismo. Mientras, se reflejarán las diferencias sociales de una tiempo con un machismo recalcitrante como protagonista constante. Margarita y Clara tienen mucho trabajo por delante. Los guionistas, también.

6. El humo de la redacción.

En los años sesenta se fumaba en el trabajo. Y la redacción de El Caso tiene humo por encima de las posibilidades. Una redacción que transmite esa pasión por el periodismo, mitificando su esencia y aprovechando las circunstancias de una profesión cuando no tenía la tecnología en sus manos. Maquetando a mano e investigando con la imaginación. Sin Google, sin móviles, El Caso el romanticismo del periodismo de sucesos sin red: cuando los periodistas eran casi criminólogos con unas agallas increíbles para resolver los crímenes de una España en la que la justicia era más que relativa.

0. Maldita cabecera.

Una serie con personalidad propia como esta debe contar con una cabecera con personalidad propia, fundamental para identificar una buena serie. En El Caso, la sintonía es elegante, pero se queda en el cliché de este tipo de ficciones. Falta carisma en el arranque para que el espectador recuerde más y mejor la nueva ficción de TVE. Sólo un punto flojo para un episodio piloto que, si bien fue demasiado largo por aquello de ser más competitivo en audiencia, ha mostrado que la apuesta de la productora Plano a Plano y Fernando Guillén Cuervo puede dar muchas alegrías y entretenimiento al público de Televisión Española. Porque es una serie que retrata el país de portada que fuimos con el morbo, tan humano, que siempre tendremos hacia los sucesos.

@borjateran

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