OPINION

'El Príncipe': la fórmula de un éxito de audiencias hasta el último minuto

final el principe
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Llegó el día del final. Llegó el desenlace de El Príncipe, una de las ficciones más vistas de los últimos tiempos. Telecinco ya ha puesto un reloj, con una cuenta atrás, para que nadie se olvide que esta noche termina su serie estrella.

Y el gran éxito de la producción tiene mucho que ver con que su final sea este mismo miércoles, pues la cadena no ha estirado la duración estipulada, a pesar de los excelentes rendimientos de audiencia. Un gran acierto: así el guion ha definido el arco de las vidas de los personajes en su tiempo exacto. Sin desvirtuar la historia. Sin necesidad de tramas infladas.

Han sido dos temporadas, la segunda dividida en dos partes, que han logrado conjugar el retrato del CNI con el lado más emocional del amor, que engancha al público masivo.

En ese equilibrio, entre la tensión del romance apasionado y la acción policíaca, han estado las bases del furor televisivo de una serie que ha contado con un arma fundamental: no se relaja. Nunca. Al contrario, sus capítulos son trepidantes y suelen acabar en alto, dejando pegada a la audiencia a la pantalla a través de unas tramas frenéticas que, además, entran por los ojos.

Porque El Príncipe es bonita de ver. Es luminosa, desprende color y cuenta con un casting de actores atractivo en toda la magnitud de la palabra: Hiba Abouk (Fátima), Rubén Cortada (Faruq), Álex González (Morey) o José Coronado (Fran Peyón) transmiten una luz aspiracional en el espectador: enamoran, aunque te caigan mejor o peor las vidas de sus personajes.

Y, sobre todo, El Príncipe llama a las cosas por su nombre. En unos años en los que las ficciones nacionales se sumergían en épocas pasadas o universos imaginativos, con un cierto miedo a tratar temas actuales, esta producción ha hablado de yihadismo y ha puesto en el mapa a un barrio, El Príncipe, en Ceuta, deslocalizando las tramas de Madrid.

El final gustará más o menos, emocionará o decepcionará, pero El Príncipe ha alcanzado su objetivo: emocionar audiencias millonarias gracias a un trabajo bien hecho. Sus creadores han tenido muy clara la historia que querían contar y como la querían contar. De principio a fin. O eso parece. Y han conseguido dosificar los giros de guion con una inteligencia emocional apabullante para evitar que el espectador perdiera el hilo y se fuera olvidando paulatinamente de la serie, el gran problema que sufren gran parte de las ficciones españolas actuales.  El Príncipe ha corrido mejor suerte en contenido y, no menos importante, en horario de programación. Telecinco ha confiado en ella. La audiencia, también.

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@borjateran

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