OPINION

La resintonización infinita de la TDT: las 3 mentiras que nos trajo la burbuja de la tele digital terrestre

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Esta semana, ha comenzado a emitir la última tanda de licencias de TDT en abierto. Han llegado los canales 'Ten' (con tele-realidad documental), 'DKiss' (con más tele-realidad documental - en versión femenina-) y Real Madrid TV (autobombo merengue). Son las nuevas concesiones gubernamentales que se unen a Atreseries (el canal homenaje de Atresmedia a Aquí no hay quien viva, en la foto) y Be Mad (requetemás tele-realidad documental, esta vez con el sello de Mediaset y un perrete como mascota).

Con esta enésima resintonización del televisor, se completa la oferta de esta infinita implantación de la TDT que se nos vendió como una revolución del sector audiovisual con tres verdades principales que demostraron ser falsas expectativas:

1. La TDT ampliará la competencia en el sector. Mentira.

La televisión digital terrestre ha ampliado el número de frecuencias, pero también ha mantenido la concentración de los operadores en las tres principales compañías tradicionales (TVE, Atresmedia y Mediaset) con otras pequeñas empresas satélites que terminan alquilando sus licencias a inversiones de terceros, especialmente de grupos internacionales como Viacom (Paramount/MTV) o Discovery. De hecho, el sistema de competencia entre canales privados se sigue vertebrando como dos emisoras privadas -Telecinco versus Antena 3- que compiten por el liderazgo comercial. La única diferencia es que ahora, en vez de pelear con un solo canal, han segmentado toda su oferta en diferentes marcas complementarias que aparentemente son canales diferentes pero que estratégicamente funcionan como un todo. Telecinco ahora es la suma de Telecinco, Cuatro, Factoría de Ficción, Boing, Divinity, Be Mad y Energy. Mientras que Antena 3 ahora es el unión de Antena 3, La Sexta, Neox, Nova, Atreseries y Mega. Por tanto, la competencia sigue recayendo en dos grandes canales privados, reconocibles e identificados.

2. La TDT impulsará la pluralidad de contenidos. La televisión será como un quiosco, donde los canales son como revistas para todos los gustos. Mentira.

Al contar con un mayor número de frecuencias, han crecido las horas de emisión. Pero la pluralidad de contenidos ha sufrido pocos riesgos. La oferta no se ha multiplicado y se ha huido de cualquier intento de innovación. Lo que se ha impulsado es la reposición: La que se avecina y Aquí no hay quien viva se llevan la delantera. La diversidad no abunda en la TDT y los nuevos canales han sucumbido a la moda de un género que pocos saben explicar 'los factuals'. Son los programas de tele-realidad documental que repiten una y otra vez una muy parecida estructura (ya sean de hacer tartas, de redecorar casas o ilusionar con trucos de magia). Una plaga de teles con docurealities. ¿por qué? Porque estos espacios son baratos, favorecen la mutilidifusión y son fáciles de ver en un sistema de TDT que, salvo pequeñas excepciones, sigue favoreciendo la concentración de la inversión en unas pocas cadenas generalistas. El resto parecen hermanas pequeñas con síndrome de inferioridad y con una programación demasiado limitada, sin parrillas definidas y con una programación con mucho relleno.

3. La TDT movilizará la industria audiovisual y generará puestos de trabajo. Mentira.

La infinita implantación de la TDT ha movilizado a los espectadores resintonizando sus televisores, una y otra vez, pero no tanto la industria. Porque los canales se han nutrido de reposición o producto exterior. Las cuotas obligan a una producción propia que es demasiado ajustada y que pasa inadvertida para las grandes audiencias. No se invierte. No se ha movilizado a la industria. Los nuevos canales han tirado del producto enlatado para minimizar costes. Y eso que se ha demostrado que cuando estos canales cuando producen programas propios se dispara su audiencia, pues el público español se siente más reconocido en un Gandía Shore que en un SuperDulces16, con adolescentes celebrando por todo lo alto su 16 cumpleaños a la americana.

Al final, la TDT ha traído más canales, pero no más contenidos que impulsen la industria audiovisual autóctona. Las compañías no han apostado por la creatividad nacional como merece un sistema como la TDT. Tampoco por una mayor innovación en servicios interactivos, otra falsa promesa que nos dejó la implantación de la TDT. Y ahí está el problema de la televisión: se queda atascada en audiencias y frecuencias tradicionales y no tiene tiempo para innovar lo suficiente con las nuevas plataformas, donde también se ve la tele.

Porque la TDT nació ajada, intentando reproducir un modelo de televisión por cable de los noventa. Hacen falta más programas propios y contenidos diferenciados. Porque, aunque tengan buen dato de share, no sólo de La que se avecina, Aquí no hay quien viva y la tele-realidad documental vive la TDT.

La autenticidad de los lenguajes audiovisuales a través de Internet está enganchando a unas nuevas generaciones que cada vez conectan menos con este tipo de cadenas con licencia oficiosa. Menos aún con lanzamientos convencionales de parrillas clónicas para frecuencias tradicionales, donde es difícil diferenciar TEN de DKissTV. Cuando los gurús de la vieja forma de entender la televisión se den cuenta, tal vez sea demasiado tarde para reaccionar.

> Los errores que están cometiendo los nuevos canales de TDT

@borjateran

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