OPINION

La crisis de Eurovisión: 4 cambios estratégicos que debe realizar TVE para salvar su futuro en el festival

eurovision barei
eurovision barei

Eurovisión 2016 ya es historia. El eurofestival no ha vivido su mejor momento de audiencias, tampoco de percepción social. TVE necesita reinventar y adaptar a los nuevos tiempos su enfoque del song contest como producto que va más allá de Eurovisión y que puede ser un acontecimiento para impulsar la imagen de la cadena a nivel nacional e incluso internacional. ¿Cómo recuperar la ilusión eurofestivalera? Existen cuatro vías de acción.

- Dirección artística compacta

La delegación española de Eurovisión necesita un director artístico que desde TVE centralice la realización, la puesta en escena y el marketing, como sucede desde este año en Francia. De esta forma, se propicia una dirección con un objetivo claro y la candidatura funciona como un todo. En televisión es fundamental una mirada definida que unifique cada propuesta. En Eurovisón también. No sólo basta con cargos más burocráticos. En los últimos años se ha notado un cierto caos organizativo. Lo contrario que debe fomentar una delegación eurovisiva. Más aún cuando cada actuación debe intentar narrar una historia con un hilo definido, donde la compenetración de todos los elementos que componen la candidatura es crucial. Por tanto, es fundamental una dirección artística televisiva clara y coherente. Y esta visión debe brotar de TVE porque Eurovisión es un proyecto de recorrido más allá de una u otra edición. El problema español está en que cada año acude un equipo diferente, que comienza de nuevo y termina cometiendo mismos errores por inexperiencia. Y ahí está la función de esa dirección artística que desde TVE otorgue un prisma creativo a la participación en este festival de la UER, desarrollando una estrategia televisiva de largo recorrido que no se quede en el trámite de la gala anual y fomente una evolución de propuestas que crezca con el tiempo, fidelizando espectadores y generando una rentabilidad social para el canal.

- Eurovisión no son sólo los eurofans

Uno de los errores del enfoque del eurofestival desde TVE en los últimos años es que se da un enfoque excluyente, pues los formatos españoles previos a Eurovisión centran unos contenidos muy dirigidos al público más fiel al festival, los denominados eurofans. Pero Eurovisión es más que eurofans: es un gran formato televisivo que se coloca como las emisiones más vistas del año. Y esas audiencias mayoritarias no saben pormenores de candidaturas, ni siquiera el historial de ganadores de ediciones pasadas. No tiene sentido hacer una gala que habla un minoritario lenguaje eurofan (contando sólo con jurados dentro del cliché de Eurovisión) cuando se pueden introducir rostros y mecánicas que generan interés en mayores cuotas de público. La historia de TVE lo demuestra: aquellas ediciones en las que Eurovisión no se quedó en el tópico de Eurovisión y jugó con el espectáculo televisivo fueron las más vistas de los últimos años (como las galas previas del Chikilicuatre o, por supuesto, las etapas de Operación Triunfo)

- Programas de selección con entidad propia

En el sentido del anterior punto, las galas de preselección del festival se han quedado en un trámite que no consigue trasladar la esencia de Eurovisión a un programa con entidad propia. TVE podría buscar la fórmula para estirar el éxito del eurofestival a un formato definido que se convierta en un trampolín de carreras musicales. Para lograr este objetivo es importante que este espacio cuente con los medios técnicos necesarios para que los propios artistas ya puedan utilizar un escenario en el que sorprender al público con una propuesta escénica global. Como tendrán que hacer en Eurovisión. De ahí que el Melodifestivalen sueco sea un gran éxito en el país de Abba: no es un previo de Eurovisión, es un programa en sí en el que, además, cada intérprete muestra todas sus armas para el triunfo. Los espectadores lo viven como un acontecimiento, se identifican con su candidato y ya saben a lo que se esperan en la final de Eurovisión: porque su programa nacional ya ha mostrado la propuesta en conjunto y nada tiene que improvisarse a posteriori.  Huyen de la gala previa encorsetada y minoritaria para apostar por un show con formato definido a la caza de sorprender a través de las puestas en escena (a veces sólo una carismática y milimetrada mirada a cámara puede ser una puesta en escena). Porque la televisión musical sin puesta en escena no funciona (el último ejemplo es el del talent Levántate All Stars, que baja en cuota de pantalla cada semana porque no interesa al no aportar más que un karaoke de personajes populares).

- La importancia de una marca

Eurovisión es un acontecimiento perfecto para impulsar la imagen de la cadena, una imagen de emisora pública participativa y transparente, en la que el espectador puede descubrir, despertar nuevas inquietudes musicales y dar un impulso a la carrera de talentos. En definitiva, sentirse arte y parte de un proyecto artístico y musical. Eso ha faltado en los últimos años con unas galas de selección exprés en donde ha faltado show e interacción real del público generalista potencial. Porque Eurovisión es una oportunidad para acercar la televisión pública a la gente: generando debate e ilusiones a través de la música que no se queda en un playback y aprovecha las posibilidades de la televisión para llegar a la gente. No es nada nuevo. Ya lo hacía Valerio Lazarov en sus programas en los setenta, creando un acontecimiento imprevisible en cada número musical. Sólo no hay que sentir demasiado miedo a la imaginación.

> 22 vías de acción para la supervivencia del sentido y valor de TVE

@borjateran

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