OPINION

4 elementos cruciales para el éxito en TV que se están olvidando

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La creatividad no pasa por su mejor momento en la televisión. Los directivos se pelean por el gran formato de éxito y, en el camino, olvidan elementos que otorgan la personalidad al producto final. Porque los shows de entretenimiento de nuestra pequeña pantalla están relegando esos detalles que hacen a la tele exponencialmentre mejor. Aquí cuatro a preservar:

- MALOS MALÍSIMOS, PERO QUERIBLES

Siguiendo los cánones de la televisión internacional, los concursos de entretenimiento se han centrado en fórmulas con jurados de famosos. Pero la televisión también puede inventar sus propias celebrities, creando personajes que sirvan de contrapunto del presentador, concursantes o estrellas invitadas. Son los antagonistas, que crean un interés extra en el espectador. Como los malos de cómic.

Esos seres, con cierto aire maquiavélico, son corrosivos, dicen verdades que conectan con la complicidad del espectador y que no todos se atreven a decir. Mejor si lo hacen con la inteligencia del humor que los convierte en queribles e incluso entrañables por parte del público. Como lo eran las Tacañonas en Un, dos, tres (encarnadas por las hermanas Hurtado) o hasta Risto Mejide. La audiencia esperaba a ver la maldad, porque se identificaba con esa maldad. En ocasiones, sensata maldad.

- DECORADOS QUE POTENCIEN LA MECÁNICA DE LOS PROYECTOS

Las escenografías de la actual televisión son demasiado clónicas. El espectador prácticamente no diferencia entre un informativo, un concurso, un magazine o un show de variedades. Los creadores de la televisión han sucumbido a los decorados luminosos, atados a las pantallas de leds y poco más. Y ya no construyen escenografías que potencien la mecánica de los proyectos. Porque la escenografía tiene que arropar la premisa del programa, encajando con la narrativa de cada espacio.

Porque la historia que cuenta el formato debe estar apoyada por el decorado. Así sucedía con Crónicas Marcianas, con un estudio que funcionaba con el tono del show. Un peculiar y reconocible platillo volante en medio de Marte. No se parecía a ningún otro late night. Ahora los platós son intercambiables y lo que es peor: hasta se olvidan de jugar con elementos a través de entradas y salidas, puertas, pasadizos, ventanas, escaleras y todo tipo de profundidades y puntos de fuga, que sirvan para ser utilizados en el día a día del show por las maquinaciones de los protagonistas del formato y las ideas de los guionistas.

- MÚSICAS DEFINITORIAS

También son importantes en televisión las sintonías que representan a cada programa. Han perdido peso en los últimos tiempos, aunque los shows de entretenimiento siguen marcando la percepción del espectador a través de bandas sonoras que sugieren emoción, tensión o lo que se tercie. En este sentido, es interesante remarcar la identidad de cada formato con una sintonía reconocible que ubique a la audiencia de forma transversal. No sólo en la cabecera o careta del comienzo, también durante el desarrollo del programa con sus diferentes variables: más emotiva, más tensa, más festiva. Hasta en formato regatón si hace falta.

El Un, Dos, tres es un gran ejemplo en esto: tenía bases musicales para todo: humor, emoción, pruebas físicas, la samba en la celebración del final. Todas estas melodías que impulsaban en el espectador el fervor por el concurso. Y, además, hacían marca a favor del programa, mucho antes de que las cadenas se preocuparan por hacer marca. Porque eran bases musicales propias que se identificaban sólo solamente con este producto. Años más tarde, Sorpresa, sorpresa también entendió la importancia de este ámbito sonoro. La mítica canción del famoso programa de Isabel Gemio se convertía en ñoña cuando el encuentro sensibloide lo merecía.

Asimismo, en otros espacios, como Los mejores años de nuestra vida de TVE, cuando acababa cada actuación del artista de turno, despedían a cada invitado retomando la sintonía del programa. Así se despertaba en el público cierto enternecimiento con lo que estaba viendo y, además, de nuevo, impulsaba la identidad del show.

- LOS COMIENZOS... Y LOS FINALES

Los programas de televisión se esmeran en cuidar la emoción de sus arranques para enganchar al espectador. De ahí que hayan proliferado los cebos, al más puro Aquí hay tomate, piezas de vídeo que adelantan contenido o, directamente, revientan momentos de la emisión para que te quedes a verlo. Parece que si no se anuncia lo que sucederá a continuación, ya no pasará nada. Aunque, en realidad, es más poderoso cuidar una escaleta con elementos dinamizadores, que fluyan durante cada programa y que generen en el espectador una sensación de vivir un acontecimiento especial e irrepetible, que necesitas ver y vivir en directo o perderá su espontaneidad.

Los grandes programas de entretenimiento saben dibujar una historia por encima de sus concursantes o protagonistas, una historia en la que participan sus presentadores y colaboradores. Una historia que tampoco descuida los finales. Al contrario, los cuida hasta el último crédito. Porque así el público se queda esperando hasta el último minuto para ver qué pasa. En cambio, en los realities, cazatalentos o shows de variedades de hoy las apoteosis finales son descafeinadas. Es habitual ver como huye el personal. Se estiran tantos los programas hasta altas horas de la madrugada con relleno (para que suba la audiencia en horas de menos competencia) que lo que menos se piensa es en acabar con el espectáculo en alto. Lo importante es finiquitar con un buen share. Error, ya que tan clave como un buen comienzo es un final que te deje con el entusiasmo en alto, con ganas de más. Así el televidente no se va, se queda contigo. Esto último lo ha conseguido recuperar la última temporada de Tu cara me suena, donde el público se quedaba despierto expectante para ver qué vuelco dramático deparaba Silvia Abril.

@borjateran

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