OPINION

Los valiosos misterios sonoros de Chicho Ibáñez Serrador que ha rescatado la Cadena SER (AUDIOS)

chicho ibanez serrador cadena ser
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La genialidad de Chicho Ibáñez Serrador siempre estuvo por encima de medios y géneros. El secreto: su especial capacidad para transmitir historias en traviesa conexión directa con la mirada propia del público. Ya fuera en una película, en un concurso, en un programa divulgativo (Hablemos de Sexo, por ejemplo), en un obra de teatro e incluso en una entrevista, como sucedió en un emblemático encuentro con Julia Otero en el que Serrador improvisó un terrorífico cuento (con giro dramático para la periodista)

Cine, teatro, televisión y, también, radio. La Cadena Ser está recuperando, a través de la plataforma de podcast en castellano PodiumPodcast, las Historias de Medianoche que Chicho Ibáñez Serrador dirigió y narró en 1987. Con su reconocible tono, con su dosis de intensidad y, al mismo tiempo, con su frecuente buena porción de ironía y sarcasmo.

Unos episodios sonoros, interpretados por actores como José María Escuer o Rosa María Belda, que siguen la estela de lo mejor de Historias para no dormir y que demuestran la capacidad del director para sumergir al público en la experiencia de un estimulante viaje emocional, independientemente del soporte, presupuesto o sencillez. Es más, incluso haciendo partícipe a ese público del magnetismo de la trama, con referencias directas para la interacción con el oyente. Porque Chicho hablaba directamente al oyente. "Observe con atención una de sus manos. La derecha, por ejemplo. Eso es. Y, ahora, diga su nombre con voz alta... Perfecto". Así, el bueno de Narciso iba sugestionando a su audiencia en la tonalidad del relato.

Historias de medianoche estaba desnuda de alardes tecnológicos con rimbombantes efectos especiales. Los ruidos, las acciones y los movimientos se lograban como mandaba la creatividad radiofónica: con trastos de la vida cotidiana convertidos en utillería artesanal que, escuchada hoy, no chirría nada. Al contrario, otorga una textura más genuina al conjunto de la obra.

Porque Chicho Ibáñez Serrador siempre ha sido un contador de historias con una descollante visión que aprendía de los clásicos y, a la vez, iba por delante de su tiempo, del que era muy consciente. En ocasiones, excesivamente consciente. La imaginación del oyente ponía el resto. En 1987... o en 2016. Porque el poder de la imaginación sin edulcorantes ni aditivos no tiene fecha de caducidad.

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@borjateran

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