OPINION

La crisis de Gran Hermano: los 6 factores que han propiciado su pérdida de audiencia

jorge javier vázquez gran hermano
jorge javier vázquez gran hermano

La audiencia de Gran Hermano 17 marca tendencia decreciente. ¿Es el principio del fin del veterano reality? El programa ha perdido un millón de seguidores en su regreso, pero sólo se debe a seis principales causas que Telecinco aún está a tiempo de remediar.

1. La expectación (mucha)

Lo nunca visto. El más difícil todavía. La revolución del formato. Gran Hermano ha calentado motores de forma exagerada para llamar la atención con su retorno. Lo hace todos los años, pero en esta edición no ha colado. Al contrario, crear tanta expectativa ha sido contraproducente porque, a la hora de la verdad, el espectador se ha encontrado con más de lo mismo. En la gala de presentación, incluso las tramas remitían a la misma estructura de la edición anterior (donde también se generó el conflicto a través de mentiras, pero con más gracia). Ya lo decía Chicho Ibáñez Serrador: en televisión si inflas mucho la expectativa, también pones en bandeja la decepción de tu público. Sobre todo si en el programa que vendes dices que todo cambia y, en verdad, todo sigue igual.

2. El casting (plano)

Los arranques de Gran Hermano siempre son complicados. Tras la expectativa que despierta la gala de presentación, el programa necesita rodaje para crear tramas interesantes. El año pasado el show contó con llamativos personajes, como Maite, que fueron perfectos para crear interés desde el primer día. Sin embargo, en esta etapa el elenco de participantes es más plano y, lo que es peor, parece que están resabiados de tele-realidad. El chico del pelo de "quita y pon", Miguel, responde al presentador creyéndose guionista. No olvida las cámaras, está pendiente de ellas. Y ese artificio lo contagian demasiados de los concursantes de esta edición. Son expertos en el reality, creen sabérselas todas (por eso querían fervientemente entrar en la casa) pero, tal vez por eso mismo, ninguno destaca especialmente más allá de la pelea de manual y los besos adolescentes. Están todos cortados por un patrón demasiado parecido, faltan perfiles que movilicen la atención del espectador y conecten con un público más masivo del absolutamente fiel a Gran Hermano y Telecinco.

3. El maestro de ceremonias (asustado)

Gran Hermano es un programa complicado de conducir, requiere un guion bien cerrado para que el espectador entienda las tramas que ocurren en la casa. Y hasta ahora contaba con una presentadora que otorgaba a ese guion, casi de cuentacuentos, una energía con un carisma incontrolable. Hablamos de Mercedes Milá, claro. Era evidente: las comparaciones iban a ser odiosas. De hecho, la marcha de Milá durante el primer programa propició un silencio en el estudio chocante, que no ayudó al estreno de Jorge Javier Vázquez en estos menesteres. En la gala de esta semana, Vázquez ya ha empezado a impregnar de su telegénica personalidad el reality. Aunque la sombra de Mercedes Milá es alargada, pues su arrolladoras salidas de tono marcaban la diferencia de GH con otros shows. Ahora podría ser Supervivientes en Guadalix o la enésima versión de Sálvame Deluxe.

4. El humor (escaso)

Una de las sigilosas señas de identidad de Gran Hermano es el lado cómico de ciertos concursantes. ¿Quién no recuerda a Fresita? O, el año pasado, a Han. Pero en este GH no existe rastro de humor. La comedia brilla por su ausencia y es clave para dar aire a un reality de estas características, que si se toma demasiado en serio termina aburriendo.

5. La competencia (crecida)

Con esta lista de debilidades en las primeras semanas, la competencia se ha percatado de que podía lanzar contra GH éxitos asentados. Así, La Sexta ha estrenado lo nuevo de Pesadilla en la Cocina con Alberto Chicote, que hace tiempo que no veíamos salvando restaurantes. Objetivo cumplido. La estrategia de Atresmedia ha pegado un mordisquito a Gran Hermano, a pesar de que el programa de Telecinco intentaba subir el dato de audiencia con la artimaña de sacarse de la manga el contraclub. O lo que es lo mismo una "contra-casa" en la que introducir a infalibles (y alocadas) ex participantes del realiy: Mayte, Amor o la primera desterrada del concurso en su historia española, María José Galera. La misión de este trío era asesorar a los expulsados y, de paso, engendrar líos en Guadalix de la Sierra para ir a la caza y captura de la curiosidad de ese público que aún está ajeno a Gran Hermano 17. Para este cometido la controvertida Mayte es perfecta. Tal vez demasiado perfecta. Porque Maite Galdeano se vino demasiado arriba y al primer expulsado, Pablo, le dio una especie de ataque de nervios. Normal, al sufrir el grado de intensidad de Galdeano. Como consecuencia, Pablo decidió marcharse voluntariamente de este chiringuito e irse a su casa, desmontando la estrategia de los responsables del programa.

6. Concursantes (resabiados)

Los guionistas de Gran Hermano son expertos en ir mutando las reglas del juego para pillar inadvertidos a los participantes, que ya se creen sabérselas todas. De ahí que el programa invente constantemente pruebas de convivencia, ponga retos delirantes o introduzca cameos especiales dentro de la casa de Guadalix, como este frustrado contraclub de Maite Galdeano. Se trata de juegos que sirven para descolocar a los concursantes, desmontar sus planes y que no puedan realizar tácticas. Elementos que se introducen en la trama que son perfectos para fomentar roces que provoquen amor o odio. O, mejor aún, fomentar el amor y odio a la vez. Pero GH17 aún no ha dado con la tecla del giro de guion ideal para descolocar a estos concursantes y llamar la atención de ese espectador que no pasa las 24 horas viendo Telecinco . Este casting es duro de roer.

Como resultado, Gran Hermano 17 todavía no consigue traspasar la barrera del triunfal 20 por ciento de cuota de pantalla. Pero el formato sigue en buena forma. Sólo acaba de empezar y las próximas semanas serán decisivas para que el show encarrile su culebrón de la realidad. Porque habrá culebrón. El problema está en que la pasada edición dejó el listón muy alto en lo que a historias inesperadas se refiere: desde una relación que descolocaba porque no tenía etiquetas (Han y Aritz) hasta una mamá autobusera, Maite, que ya se ha convertido en un comodín para Telecinco. Esta temporada, en cambio, aún sólo ha mostrado a una pandilla de veinteañeros superficiales haciendo cosas de veinteañeros superficiales.

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@borjateran

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