OPINION

Los trucos de las cadenas para mejorar la cuota de pantalla

alejandro sanz la voz
alejandro sanz la voz

Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que los programas y las series terminaban con la aparición en pantalla del copyright. Esa 'c' que encerrada en un círculo, junto con el año de producción del formato en cuestión, recuerda el nombre de la cadena o empresa que atesora los derechos de emisión.

Incluso los principales canales españoles llegaron a crear copyrights animados, con sus efectos, donde surgía -bien grande- el logo, a todo color, de TVE, Antena 3 o Telecinco. Casi al estilo de las majors del cine norteamericano, aunque con menos ínfulas. De esta manera, el grupo de comunicación demostraba su poderío y, además, su imagen de marca se quedaba en la retina del espectador.

Sin embargo, poco a poco, esos vistosos copyrights dejaron de ser llamativos para transformarse en discretos rótulos, casi invisibles, perdidos en una esquina de la pantalla sin demasiado color ni estridencia.

Cuatro fue la primera cadena en recuperar la integración de una forma más moderada de los "copy". En su nacimiento, la"c" y la fecha se instalaban sutilmente junto a la mosca del canal -el logo que identifica a la emisora en una esquinita de la pantalla-. Si bien, el objetivo de la por entonces recién estrenada cadena de PRISA era marcar la diferencia con un estilo propio, que no se parecía a nada ni a nadie. Lo consiguieron.

Y después se sumó Antena 3, y después Medaset, y más tarde TVE. Aunque el motivo final del cambio ya no se trata de cuestión de línea de estilo. El objetivo es no confundir al espectador, pues ahora el copyright aparece en emisión en el momento en el que menos te lo esperas. A los cinco minutos de arrancar un magazine, en pleno acalorado debate o hasta durante los titulares de sumario del Telediario de La 1. Porque el ‘copy’ sigue señalando el final, pero ya no significa final real. Son las tretas de la cadenas de televisión para que su media de cuota de pantalla brille más. Lo logran fragmentando sus espacios en miniprogramas que, en realidad, forman parte del programa principal. Lo hacen todas las emisoras generalistas en abierto por igual.

La Voz, por ejemplo, estrenó sus audiciones a ciegas el pasado miércoles a eso de las 10 de la noche. O eso pareció a simple vista del espectador. Porque para la medición de audiencias, la primera gala de La Voz empezó casi a las 11 de la noche. La hora anterior fue un "previo", aunque no parecía un previo. Era el programa tal cual, pero con esta partición se logra subir la media de share si el formato tiene éxito, ya que a partir de las 11 de la noche, la competencia es menor que a las 10.

También lo hacen con espacios como Salvados de La Sexta. El programa de Jordi Évole siempre tiene un prólogo del que el espectador no se percata (porque está integrado en el programa en sí). Y tal cual ocurre en espacios matinales como Espejo público, donde la primera sección del magazine, El café de Susanna, se separa del resto de la emisión. Con esta táctica, se logra que la curva de audiencia vaya creciendo y exista un buen colchón de share cuando Espejo Público empieza de verdad, a las 9 de la mañana.

El fin de las cadenas es claro: ser más competitivos y esconder esos minutos de peor audiencia, dejándolos fuera de la media de share del programa como tal. Todo sea para conseguir el titular de mejor cuota de pantalla al día siguiente, impulsar la media mensual y atraer de forma más contundente a los anunciantes. Unos anunciantes que, tal vez, deberían fijarse más en el número estimado de espectadores que en el resultado de share que es fruto de tácticas de prestidigitador.

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